El 7 de agosto del 2022, fue un día histórico para Colombia, de eso no cabe duda. Por primera vez, en 214 años de vida de independencia, llegaba un Gobierno de izquierda, progresista o alternativo, a la Casa de Nariño. Gustavo Petro Urrego, irrumpió con la ‘espada de Bolívar’ a la plaza, para asumir el poder, en medio de la fe y esperanza de miles de colombianos, pero también, en un marco de incertidumbre de muchos sectores de oposición que no aceptaban el cambio.
Gustavo Petro Urrego, el niño nacido en Ciénaga de Oro, Córdoba, un 19 de abril de 1960, convertido en el segundo presidente oriundo del Caribe colombiano, después de Rafael Núñez, un cartagenero, que logró firmar la constitución de 1886, pisó la Casa de Nariño con la esperanza de iniciar los grandes cambios que el país requiere, pero que, no se han podido consolidar debido a diferentes factores de orden político.
Desde ese tiempo hasta hoy, han llegado a la presidencia 107 colombianos, unos elegidos popularmente y otros en calidad de encargados. Muchos apenas cumplieron periodos de pocos meses debido a las turbulencias políticas de la época, especialmente a mediados del siglo XIV.
Lograr que La Guajira no sea considerada jurídicamente por la Corte Constitucional como Estado de Cosas Inconstitucional frente a los derechos al agua, la salud, la alimentación y la participación de la niñez wayuú de Riohacha, Manaure, Maicao y Uribia, se convirtió en el primer gran esfuerzo del primer Gobierno alternativo de Colombia.
Su primer gran intento fue crear una gerencia especial, para lo cual designó al médico Luis Gómez Pimienta. Luego expidió los 12 decretos de emergencias, los cuales sucumbieron ante el control ejercido por la Corte Constitucional. Dos grandes intentos que generaron expectativas, pero que no tuvieron los soportes jurídicos y financieros necesarios para iniciar la transformación de la península.
Parece que el presidente Gustavo Petro, al llegar a sus primeros 24 meses de gestión, no sabe qué hacer con La Guajira, en donde rondan ‘solo promesas’, como lo dice Silvio Brito, en su canción. Ha querido cumplirle a la región, pero sus nobles esfuerzos, se han traducido en descomunales escándalos nacionales, mientras que los problemas siguen en aumento en una región marcada por el flagelo de la desnutrición, la falta de agua potable, el desempleo, la inseguridad, que han sido provocados por la malversación de sus recursos económicos.
Tras la caída de los 12 decretos de emergencia, se establecieron programas especiales para llevar agua potable a la Alta Guajira, las ‘ollas comunitarias’, la construcción y recuperación de jagüeyes, y otras inversiones, de las cuales, cada día emergen escándalos, lo que ha traducido en desconfianzas de los ciudadanos. ¡Presidente, La Guajira sigue esperando!