El próximo 14 de septiembre de este 2025, la ciudad de Riohacha cumple 480 años de poblamiento, una fecha que debe llamar a la reflexión a las autoridades locales.
Así como muy seguramente la Administración Distrital, ya está trabajando en la programación cultural para celebrar la fecha, debería también encauzar sus esfuerzos para lograr que la empresa Aqualia brinde un servicio de agua potable oportuno y eficiente.
No es posible que aún en la capital de La Guajira, las familias no gocen de agua las 24 horas los siete días a la semana, muy a pesar de las inversiones económicas en diferentes proyectos ejecutados en la ciudad.
El servicio ha ido desmejorando en ciertos sectores que contaban con agua las 24 horas los siete días como el centro de la ciudad, o barrios como Coquivacoa, José A. Galán, donde la sectorización se la disminuyó en dos días.
Estos son solo algunos ejemplos, amén de otros sectores que sus posibilidades de acceso al agua potable son mínimas.
Esas y otras razones, son suficientes para que el alcalde Genaro Redondo, sea más exigente con la empresa operadora para que garantice el servicio de manera continua, a toda una comunidad que sigue esperanzada en disfrutar de una mejor calidad de vida.
Si la capital de La Guajira no tiene la capacidad de brindar unos servicios públicos eficientes y continuos, la inversión privada seguirá llegando a cuentagotas.
No es posible, no es justo que sigan pasando los años y los mandatarios poco interés tienen en este tema tan importante para la ciudadanía.
El actual mandatario está en el deber, además por su condición de médico, de exigir a la empresa prestadora del servicio de acueducto que sea más diligente, que cumpla con los términos del contrato en donde se determinan las inversiones que deben realizar para garantizar un servicio eficiente.
Los años siguen pasando, y lamentablemente las nuevas generaciones están heredando los mismos problemas de siempre.
Llegó el momento, señor alcalde, de demostrar su jerarquía, para que la empresa Aqualia mire este tema con otros ojos porque la espera también tiene un límite.