Culminando o iniciando año, muchos nos ponemos a la tarea de analizar cómo nos fue en el año que cerramos y a proyectar los propósitos de la vigencia que inicia. Es un ejercicio que todos deberíamos hacer para comenzar con pie derecho, con metas y retos claros, ya que estos nos ayudan a trazar un horizonte medible que le dé sentido a la vida y no pasar por un nuevo año sin pena ni gloria. Como dice un adagio popular “el que no sabe para dónde va, cualquier bus le sirve”, así que es mejor planificar y soñar con lo que queremos lograr este nuevo año.
Personalmente realizo hace un tiempo este ejercicio y me ha dado resultados bastante beneficiosos, porque hace que construya propósitos tanto personales como profesionales que me lleven a trascender por tener metas claras que quiero proyectar en la vigencia que inicia y a repensar eso que me propuse en el año y que culminando no logré cumplir porque por alguna razón en el camino se quedó.
Ahora bien, esta actividad que les invito a desarrollar es algo muy fácil, es cuestión de regalarse unos minutos, ¡papel, lápiz, disposición y listo! La complejidad de esta tarea comienza cuando elevamos el nivel de importancia y es el de generar conciencia hacia uno mismo, comprometerse a lograr lo propuesto, a ser juiciosos con las metas en todo el transcurso del año y lo más importante vivir este ejercicio desde el agradecimiento, dejando a un lado el rol de víctimas. Nadie dijo que esto iba a ser fácil, porque puede que muchas veces nos encontremos con piedras en el camino con las que podríamos tropezar, el secreto está en siempre tener a la vista nuestros objetivos y que jamás nos victimicemos o nos quedemos en la queja, antes agradezcamos por todo, lo bueno y lo no tan bueno, nos ayuda a avanzar, a crecer, a llenarnos de experiencia y en algunos casos hasta a desaprender para mejorar.
Es importante confiar en Dios y en nuestras capacidades, ya que esto será la base fundamental para que logremos nuestros objetivos. Tampoco es necesario que llenemos un cuaderno o muchas hojas con cientos de compromisos, porque al final si no lo logramos, nos podemos decepcionar y esa no es la idea de este ejercicio, así que es mejor plantear un par de acciones con metas a corto, mediano y largo plazo, con tareas que poco a poco podamos cumplir y avanzar, también se vale tener metas como eliminar malos hábitos que nos estén perjudicando y lo más importante agradecer, así que deja un espacio para que des las gracias por lo que hasta el momento te ha dejado la vida, esto te servirá para que el mundo te siga llenando de motivos maravillosos que te lleven a vivir una vida plena y en gratitud.
Se que se están preguntando por la frase: Quien agradece merece y quien se queja padece, y es porque me tomé el trabajo de preguntarle a personas cercanas por el balance del año, en su gran mayoría se quejaron de que el año había sido muy duro para ellos, que padecieron muchísimas cosas difíciles –víctimas- y quiero contarles que para mí no fue diferente. El año que pasó fue de experiencias y crecimientos, el dolor con situaciones duras tocó a mi puerta y me dio lecciones fuertes, que ahora después de un tiempo agradezco porque a pesar de perder algo valioso, Dios permitió darme cuenta de quién me apoyaba de verdad, de conocer el corazón de las personas que me rodean y avanzar desde la fe, la confianza y la misericordia, de quitar de mi camino a personas desleales y poco comprometidas; en términos generales a sacar lo bueno del caos para seguir adelante hacia ese futuro promisorio que no solo me espera a mí si no a todos, es cuestión de agradecer y proponernos salir adelante con más fuerza. Si caíste como yo, levántate, limpia tus lágrimas y tus rodillas, sigue que por ti espera algo maravilloso que mereces. No se queden en la queja revictimizándose y no piensen que solo a ustedes les pasa lo peor, todos sin excepción alguna vez en la vida tenemos dificultades, el secreto está en cómo las manejamos porque en últimas se convierten en retos que si las experimentamos desde el agradecimiento nos brindarán la mejor lección de vida, pero si las vivimos desde la queja nos quedamos en un rol de víctimas de nunca acabar y siempre retroceder sin aprender de lo que el camino nos quiera enseñar.
Quiero que todos a partir de este momento hagamos conciencia de vivir nuestra vida desde el agradecimiento, que todas nuestras acciones se reflejen desde la gratitud, que dejemos a un lado la queja ante las situaciones que nos brinda el mundo y la crítica hacia los demás, porque nos gusta mucho mirar hacia afuera y ya es momento de observar nuestro interior y despertar, que volvamos a ese ser supremo, nuestro centro de confianza y fe, que nos dediquemos a lo verdaderamente importante: nuestra salud, nuestra familia, nuestro amor propio, nuestra superación personal, nuestras metas profesionales, cuando trabajemos en estos aspectos estaremos preparados y fortalecidos para entrar en un nivel donde no tengamos tiempo para quejarnos, criticar y hacerle la vida difícil a los demás, que se nos vuelva costumbre ser ejemplo para que quienes nos observan y deciden seguir nuestros pasos, que esa persona que te ve, te convierta en ese espejos donde se visibilice siendo un gran ser humano, pongamos de moda el ser mejores personas.
Confíen en que no hay nada más bonito que escuchar de quienes nos rodean y nos observan esos sentimientos de admiración: un ‘”he visto como has salido adelante”, un “te felicito porque lo lograste”, un “superaste mis expectativas”, un “eres una persona fuerte y valiente”, un “eres grande”, eso necesitamos y merecemos todos, por eso les dejo esta tarea; desde el fondo de mi corazón sé que quien se comprometa y la haga con juicio y amor propio. Con la firme convicción de ser mejor ser humano de seguro lo logrará y no solo verá el cambio en sus acciones y su vida, si no también en el círculo social que lo rodea, que este año la meta más importante que nos podamos poner sea vivir la vida desde lo positivo, entregarle al mundo lo mejor de nosotros y llevar un camino sano lleno de propósitos. No seamos más de lo mismo, dejemos nuestros malos hábitos, seamos agentes generadores de cambio para nuestro bien y el de nuestras familias, de esta manera proyectaremos una vida exitosa en la que ningún reto nos quede grande.