El próximo 13 de marzo, los colombianos debemos estar conscientes de que estamos llamados a cambiar el rumbo político, social, económico y demás cambios trascendentales que necesitan los habitantes de este vasto y rico territorio en recursos naturales. Un rumbo que solo es posible si caemos en cuenta que el primer generador de ese cambio y trasformación social es el votante primario.
El ciudadano de a pie. Ese ciudadano que se levanta bien temprano a rebuscar su vida para llevar el pan a sus hijos, ese ciudadano sin un futuro claro de sus hijos y finalmente, ese ciudadano que padece los atropellos de un sistema de salud que pisa sus derechos y que regresa a la época de la esclavitud cuando este se encadena a las puertas de esa EPS que le niega una autorización o procedimiento.
Lo anterior, no puede olvidarse el próximo domingo cuando nuestra fiesta de la democracia nos llama a participar activamente en el proceso. Somos los que decidimos. No permitiremos que vuelvan a decidir o tomar decisiones por nosotros. Generamos el cambio con un voto acertado. Somos ejemplo para nuestros hijos, ese que mañana también tendrá su derecho a votar y decidir. Pero es mi ejemplo hoy, quien blindará a mi hijo de repetir mi historia. Legar a nuestros hijos un mundo mejor en el que reine la buena voluntad, justicia social y concordia. Aprender y respetar que todos somos iguales, que todos podemos vivir sino fuéramos ciegos, orgullosos, soberbios y excluyentes.
Ya está bueno de mirar cual miope al cielo y distraerse al ver cómo le queman las ilusiones, el futuro y destino de familia, igual de fugaz, como se quema un volador en el cielo. El cambio es ahora. Lo tenemos en nuestras manos. Ojalá esta vez no dejemos ir la esperanza de vivir en un país mejor e inclusivo. Con mejores condiciones de vida para todos. Basta de creer en los que aparecen cada cuatro años en nuestro marginado barrio, en quienes se ‘untan’ hoy de pueblo, en quienes nos prometen el oro y la plata. Y después de coronados, se esfuman y desaparecen aprovechando mi memoria fugaz y permisiva cuatro años más. Una gorra y una camiseta no muestra el futuro de nuestros hijos. Su futuro estará en una mejor educación y una buena salud. Lo demás lo iremos tejiendo día a día.
Elegir bien, elegir ideas, elegir un programa de gobierno es el mandato democrático. No por caras bonitas, por el que se sienta hoy conmigo en el suelo, ni por el que me promete un puesto de trabajo o ladrillos para mi casa. Nuestro pensar no puede ser individual, sino colectivo. Que haya oportunidades sociales para todos y no para unos cuantos que hoy tienen secuestrado a nuestro país y se roban los recursos que son de todos.