Son preocupantes los casos diarios de suicidio que se presentan en la región y el país, la tasa de mortalidad en toda América ha ido en aumento, por lo que deben mejorarse los esfuerzos de prevención ante este problema de salud pública.
El suicidio es definido por la Organización Mundial de la Salud como “el acto deliberado de quitarse la vida”. Los noticieros locales siempre están reseñando dos a tres casos por semana, específicamente en población joven, inclusive, menores de 12 años.
Ante lo anterior, en mi calidad de salubrista y analista social me pregunto: El individuo se suicida por haberse cansado de vivir o haberse condesado de sufrir. Los últimos informes de la Organización Mundial de la Salud, reiteran y alertan una vez más sobre la necesidad de encarar el tema de la prevención del suicidio, dado que “cada año, más de 900.000 personas se quitan la vida, lo que representa aproximadamente un suicidio cada 35 segundos.
Autores como el sociólogo francés Emile Durkeheim, a quien se le considera una autoridad a nivel mundial, quien lo trata como un fenómeno social. Con ello rompe la tendencia tradicional de considerarlo como un fenómeno estrictamente individual y por ende solo como objeto de la psicología.
Los comportamientos suicidas abarcan un amplio espectro: desde la ideación suicida, la elaboración de un plan, la obtención de los medios para hacerlo, hasta el intento y la posible consumación del acto.
Durkheim propone identificar las diferentes causas sociales del suicidio. A partir de ello, distingue entre cuatro tipos de suicidio: El suicidio egoísta, que tiene lugar cuando los vínculos sociales son demasiado débiles para comprometer al suicida con su propia vida. El suicidio altruista es el causado por una baja importancia de la individualidad. Es el tipo exactamente opuesto al egoísta o individualista. El suicidio anómico, que se da en sociedades cuyas instituciones y cuyos lazos de convivencia se hallan en situación de desintegración o de anomia. El suicidio fatalista, que se produce allí donde las reglas a las que están sometidos los individuos son demasiado férreas, de modo que ellos conciben y concretan la posibilidad de abandonar la situación en la que se hallan.
Así las cosas y aceptando la multiplicidad de factores determinantes, el suicidio sería una conducta signada por la complejidad. Al respecto afirma Édgar Morin; “Las unidades complejas son multidimensionales, el ser humano es a la vez biológico, psicológico, social, afectivo, racional y en la sociedad comporta dimensiones históricas, económicas, sociológicas y religiosas” y agrega: “Complexus, significa lo que este tejido junto, existiendo complejidad cuando son inseparables los elementos diferentes que constituyen un todo”.
En el caso colombiano y local, abordar el tema del suicidio suele representar una “nota discordante” para los equipos de salud, que tradicionalmente hemos sido formados y motivados a trabajar en la prevención, promoción, atención y recuperación de la salud, dando por supuesto que en menor o mayor grado contarían con la participación de las propias personas o grupos a los que sus acciones estuvieran dirigidas. Se calcula que por cada persona que consuma un suicido, no menos de 20 a 40 lo intentan y que por cada intento otro tanto piensa esa posibilidad con cierta reiteración. Si vamos concretando estas cifras, llegamos por otro camino a porcentuales importantes que suelen superar el 10% del total de una población que se cuestiona si la vida tiene sentido de ser vivida. Esto alcanza una importante connotación en la salud pública de un país y nos debe cuestionar sobre si nuestras campañas de prevención y conservación de la salud se encuentran bien encaminadas.
En salud pública se manejan diferentes fórmulas estadísticas, entre ellas la sumatorias, por ello ante el sin número las incomodidades sociales del hoy, el comportamiento suicida se potencializa a través del consumo de alcohol que se suele encontrar en niveles significativos en 3 de cada 4 adolescentes que consumaron un suicidio. El consumo de cannabis u otro psicoactivo puede actuar también como “facilitador”, pero en menor proporción, y lo mismo ocurre con otras sustancias psicoactivas. Por su parte, el rol de la familia ya sea como factor protector o factor de riesgo se ha identificado en las diferentes etapas de la vida, pero sin duda, en la adolescencia juega un rol principalísimo.
Mis consejos profesionales van dirigidos a la familia, quien ejerce un rol tan importante que en general el o la adolescente se encuentra no capacitado en buscar apoyo fuera de ella. La escuela muchas veces puede cumplir un rol sustitutivo de importancia, dado que puede detectar signos de alarma, y posibilitar una intervención profesional que represente un importante elemento contenedor. El grupo de pares, tan importante en la adolescencia, juega también un rol significativo, ya sea como factor protector o de riesgo.
Uno de los peores “castigos” que un adolescente puede sufrir es sentirse aislado de su grupo de pares, por ello la relación del bullying con el suicidio cada vez adquiere una mayor importancia. En los últimos años incrementado por el tema del ciber-bullying, que a diferencia de las situaciones de violencia dentro del ámbito escolar no cesan cuando él o la adolescente retornan a su hogar.
Temas referidos a la orientación sexual e identidad de género representan factores de riesgo en cuanto a comportamientos suicidas, muy especialmente cuando debido a ellas las personas se sienten aisladas. La falta de un propósito de vida junto con un estado de ánimo sumido en la desesperanza son hechos que se convierten en importantes factores de alerta.
La OMS recomienda a los países que den participación a diversos departamentos gubernamentales en la elaboración de una respuesta coordinada integral. Es preciso un compromiso de alto nivel, no solo en el sector sanitario, sino también en los departamentos de educación, empleo, bienestar social y justicia.
En el marco del Plan de Acción sobre salud mental de la OMS, los Estados miembros de la Organización se comprometieron a trabajar para alcanzar el objetivo mundial de reducir en un 10%, para 2020, la tasa de suicidio en los países. El Programa de acción para superar la brecha en salud mental, puesto en marcha en 2008, incluye la prevención del suicidio con carácter prioritario, y ofrece orientación técnica basada en pruebas científicas, con el fin de ampliar la prestación de servicios en los países.
En conclusión, el suicidio representa un fenómeno universal el cual podría denominarse por su gravedad actual como una problemática, por eso hablar del suicidio en la adolescencia es un tema complejo, puesto que es una de las etapas de la vida más fascinantes y quizás más difícil, una época en que los adolescentes asumen nuevas responsabilidades y experimentan una nueva sensación de independencia. Se deben rescatar los valores a infundir en nuestros hijos y nietos el amor al trabajo, y no entregarles todo, tienen que aprender a pensar y a responsabilizarse por sus deberes.