Primeramente, solicitar mil excusas para aquellos lectores que toman como grosero el término “mamado”, el cual se ha vuelto tan popular que equivale a estar aburrido. Nuestro premio nobel Gabriel García Márquez, se definía como un gran mamador de gallo, algo común en los macondianos.
Me llamó mucho la atención el artículo escrito por mi paisano Rafael Humberto Frías, publicado en este diario: ‘La Guajira hacia un nuevo Plan de Desarrollo’, donde hace alusión a la crisis en la que viene sumida el Departamento, arrastrando un lastre político-institucional que lo coloca como una tierra sin doliente y porqué no, un mar sin horizonte. Somos el gordito o el calvito de la gallada, todos nos señalan como punto de referencia.
La Guajira sigue siendo esa Dama Reclinada como lo expresó nuestro filósofo Hernando Marín Lacouture, los pulpos desaforados que ya no son gringos, están por doquier atacando la estabilidad político social, en verdad estos galanes acosadores nunca la han querido, solo pretenden su gigantesca manta y sus joyas de misterio; y aquí ante la caótica inestabilidad política y económica el que sufre todas las inclemencias es el pueblo.
La pregunta es ¿Qué persiguen los enemigos de La Guajira?, acaso sus riquezas, su dominio político o simplemente convertirla en un territorio de nadie, donde el diablo entre y escoja; y mientras tanto se agudizan los problemas mayúsculos de corte social: falta de agua potable, desempleo, muertes por desnutrición, crisis del sector salud, inseguridad, paros empresariales, por mencionar algunas. Pero los mal llamados líderes políticos no se ponen de acuerdo, prefieren continuar pescando en río revuelto y a los demás que se los lleve el guere guere, entre nosotros nos estamos poniendo la lápida.
Desde esta tribuna en una forma muy humilde, si queremos redimir a La Guajira, la invitación es a la unidad por la tierra, a redefinir los problemas y los criterios de evaluación de estos, a identificar y evaluar alternativas y determinar una política con consecuencia, cargada de métodos aceptables para una sociedad que está “mamada” de la clase dirigente que son los mismos con las mismas, sale un apellido pero este apoya al siguiente y mientras tanto elementos como el saqueo al erario público, el serrucho, el miti y miti, la anarquía, el cómo voy yo ahí, campean por doquier.
Por supuesto que a la crisis actual se le debe sumar todos los estragos de la pandemia, que desbordó negativamente la calidad de vida de la población. Hay que reinventarse económicamente, pero mientras se esté en esta rebatiña política es difícil visionar un futuro promisorio. Un país y un departamento que salió a la calle a protestar es digno de prestarle atención, estamos en medio de un volcán activo que en cualquier momento puede erupcionar socialmente y ahí no habrá trapitos para detener la diarrea.
Es la ocasión de comenzar a soñar de nuevo. Sepultemos al clientelismo y favoritismo político, la compra de conciencia ciudadana por una dádiva económica el día de elecciones. Que los gobernantes sean los mejores y mostremos de qué estamos hechos los guajaros. Todavía podemos comenzar a mecernos en el chinchorro de la reconciliación que nos defina un horizonte mucho mejor.
Estamos mamados de poner, tumbar y quitar alcaldes y gobernadores, dejemos de ser campeones en ello.