Esta segunda declaratoria debe ser de carácter social, hecha por la comunidad guajira, porque hemos sido olvidados por el Estado, por gobiernos y se nos está consumiendo la economía agropecuaria por falta de agua, por falta de llevar esa agua donde se requiere, para que sea productiva y salvadora. Y porque algunos municipios y comunidades no se pueden abastecer de ella para el consumo humano.
La primera declaratoria está amparada en la Ley 1523 de 2012 que define qué es una declaratoria y cuáles son los requisitos que deben cumplirse para que sea aceptada, pero ésta, además de verla como una medida benéfica para enfrentar las causas de esa calamidad, nos pone sobre el tapete la indiferencia de los Gobiernos nacionales y peor aún porque quisieron usarnos para construir lo accesorio primero, o sea el distrito de riego de San Juan, y dejar por fuera lo principal, como es el distrito de Distracción, Fonseca y Barrancas. No fue aceptada la propuesta. Fue dolorosa esa decisión, pero necesaria. Los distritos son los mecanismos de conducción del agua desde la represa a los predios de los usuarios.
La segunda declaratoria debe tener como sustrato la calamitosa situación que se vive por no poder usar el agua represada. Normalmente los fundamentos de una declaratoria de situación de calamidad pública son para rehabilitar o construir las herramientas o mecanismos que permitan superar dicha situación de calamidad. Entonces, ésta declaratoria no va a estar referenciada por un decreto gubernamental, ésta debe estar es construida con el clamor de un pueblo y con el sello social de un pueblo que ve como se consume teniendo el remedio al frente.
Queda uno perplejo y dolido, cuando por falta de agua para mantener en buenas condiciones nuestros campos, hatos, sostener cultivos y sostener con suficiencia las fuentes de agua de varios acueductos municipales, se recurre a una declaratoria de situación de calamidad pública, teniendo con qué hacerle frente a la calamidad.
Yo en estos momentos veo con buenos ojos hacer uso de esa herramienta administrativa para enfrentar esa situación, pero me da un sinsabor saber que tenemos millones de galones de agua represados y nosotros sufriendo por falta de agua. Es cierto que no cumple totalmente como el agua que cae del cielo, y tampoco vamos apagar los incendios forestales de la Sierra del Perijá, de las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta y de muchas sabanas guajiras, pero es como dejar llorar el hijo de hambre teniendo un gajo de guineo colgando de la mata. ¡Duele de verdad!
La situación es más preocupante porque según los pronósticos de ambientalistas el calentamiento global y la severidad de las sequias van a seguir siendo mayor en nuestro departamento y nosotros solo contamos con el esfuerzo de la autoridad ambiental departamental, Corpoguajira, para hacerle frente integral a esta inevitable situación.
Ojalá que dentro del Plan de Acción que obligatoriamente el departamento de La Guajira, a través de la oficina de Gestión de Riesgo y Desastre debe presentar como parte de los protocolos de la declaratoria de calamidad pública, se incluya como solución de construcción hacer los distritos de riego, los dos, y ser esto solución de agua para el campo, los acueductos de varios municipios y establecer un plan sostenible, de largo aliento para sensibilización, concientización y educación de nuestra población que “la deforestación empobrece, la candela quema esperanzas y la sequía mata ilusiones”.