En la hermosa isla del mar Caribe, San Andrés, ubicada frente a Nicaragua y conocida por los arrecifes de coral y la música reggae, nació Julián Rojas Teherán, intrépido, alegre y espontáneo personaje, el 23 de julio del año 1970.
Sus padres llevan pornombres: José Gabriel Rojas (+) y Ligia Teherán (+). Cuenta con 8 hermanos, 4 hembras y 4 varones, él es el menor o vejé. Ellos son: María Ligia, Ángela María, Gloria Elena y Martha Selene, los hombres: Gabriel Fernando, Luis Hernán, Fabián y Jorge Alberto.
Su esposa es Tatiana Percy Orcasita, sus hijas: Lozana, Valentina y Liberti Rojas.
En su niñez aprendió a pescar, se bañaba en el mar Caribe, iba al monte en busca de frutas de todas las especies: mangos, guayabas, caimitos, mamey, mamones, mejor dicho, era un verdadero goce la vivencia en aquellos tiempos. Julián nos aclara y nos sorprende al decir que comenzó a tocar el acordeón desde los 5 años. Su hermano Jorge, que también es acordeonero y técnico de este instrumento, inició a tocar con una dulzaina o violina. Se conocieron con un chino que convivía con una isleña y tenía un acordeón. Este señor tocaba melodías de los juglares: Alfredo Gutiérrez, ‘Juancho’ Polo, ‘Alejo’ Duran, Luis Enrique, pero no era muy diestro con el aparato, le jalaba más a la música propia de la isla: calipso, cuadril y reggae.
Su hermano Jorge fue quien aprendió primero a tocar el acordeón y fue su modelo de enseñanza, su primer maestro, pero en verdad aprendió por oído, nunca se sentó con él a indicarle cómo tocar. La primera melodía que le salió a Julián fue ‘La charanga campesina’, del maestro Calixto Ochoa, junto a otra canción del brasilero Roberto Carlos que se llama ‘Jesucristo’. Todavía no hablaba muy bien, pero las tarareaba a la perfección.
Su padre le compró un acordeón a su hermano Jorge, primero contó con uno de dos hileras y más tarde, otro de tres, marca Honner Tres Corona. A su hermano le gustaba bucear y Julián aprovechaba cuando no estaba para tocarlo, pero lo regañaba y acusaba con su madre, pues él cuidaba y limpiaba el instrumento mientras que Julián lo dejaba en cualquier lado.
Años más tarde, Jorge se convirtió en un reconocido técnico de acordeones. Era quien le organizaba los acordeones a Israel Romero del Binomio de Oro, a Alfredo Gutiérrez, a ‘Emilianito’ y a Héctor Zuleta y muchos otros.
La segunda canción vallenata que logró tocar Julián se titula ‘Fuiste mala’. Recuerda una anécdota, en una oportunidad su hermano lo encontró sacándole melodías al acordeón y al verlo salió corriendo, su hermano le llamó: ‘Venga ‘Juliancito’, toque a ver’, se devolvió con miedo, tomó el instrumento y al ejecutarlo, Jorge, su hermano, le grita a su mamá, ‘éste muchacho va a ser un buen acordeonero, nadie le ha explicado y mira cómo lo hace de bien’.
Recuerda Julián que los fines de semana se iban a un sitio turístico de la isla, un islote llamado Johnny Cay, y allí hicieron sus primeras presentaciones en público, el pago para él a su corta edad era una caja de chocolates m&m, le gustaban mucho, los disfrutaba al máximo, le duraban toda la semana.
En épocas de carestía le ha tocado difícil, dice mi homenajeado, pero gracias a Dios ha salido adelante.
Cuando Jorge se fue para Bogotá, Julián se quedó sin acordeón para poder practicar y descubrió un almacén en San Andrés que tenía uno en exhibición en una vitrina, le propuso al propietario le permitiera tocarlo, era un gana, gana, él practicaba y llamaba la atención de los clientes, pues no era común ver a un ejecutante en la isla y menos a un niño con apenas 8 años.
Lo mandaban al colegio y no asistía, esperaba a que abrieran el almacén a las 8 a.m. para realizar sus prácticas y llamar clientela a dicho negocio. Su padre y un hermano suyo, Fabián, es su nombre, recogieron fondos para comprarle un nuevo acordeón; realizaron la actividad de la rifa de un reloj. Fue un acordeón marca Scala, brasilero, imitación de uno Italiano. La llegada de este instrumento a su vida fue una verdadera bendición. Con él comenzó a rebuscarse, tocaba en los restaurantes, hoteles y por cualquier parte donde hubiera gente que lo quisiera escuchar, vivía dedicado a eso, no quería estudiar y sus padres decidieron enviarlo para Bogotá adonde su hermano Jorge, quien estaba relacionado ya con todos los grandes del folclor, pues les arreglaba los acordeones.
Julián disfrutaba en verdad esas escenas de ocho y diez acordeones juntos, de Ismael Rudas, Israel Romero, Alfredo Gutiérrez, sus primeros modelos de enseñanza, aunque luego vinieron: Felipe Paternina, Héctor y ‘Emilianito’ Zuleta Díaz, ‘Colacho’ Mendoza, ‘El Pangue’ Maestre y ‘Juancho’ Rois. A todos los admira y aprendió de ellos.
Sus estudios de primaria los realizó en San Andrés y parte del bachillerato lo continuó en Bogotá, pero no lo culminó, se dedicó al acordeón. Su educación es empírica, le fascina leer y se considera autodidacta. Le hubiera gustado ser profesional, pues era muy buen estudiante, sus compañeros le pagaban para que les hiciera las tareas, pero solo hizo hasta tercero de secundaria.
Su adolescencia y juventud la alternó entre la capital de la República y la isla, y su hermano lo empezó a soltar. Trabajó inicialmente con El Binomio de Oro. Sus opiniones eran escuchadas por Israel y Rafael, doblaba bajos en varias canciones, por ejemplo en ‘La Negra’, ‘Colombia’, ‘La candelosa’, ‘La Chinita’, todos esos bajos de acordeón los tocó Julián Rojas en grabación, dice orgullosamente. Aclara que Israel es un grande, eso no lo pone en duda, pero él aportaba sugerencias y muchas eran tenidas en cuenta.
Tocó con El Binomio de Oro cuando ‘Isra’ se enfermó de un riñón. Surgieron tres candidatos: Limedes Romero, Ildemaro Bolaños y Julián. Iniciaron los tres y quedó oficialmente Julián. Su primera grabación la hizo con Pablo Atuesta cuando apenas tenía 15 años. Luego acompañó al compositor Antonio Serrano Zúñiga, a Rafael Escalona. Grabó también con Pedro García, Jairo Serrano. Se dedicó a trabajar en las tabernas en la fría capital e inicio a participar en los festivales. El primer festival donde participó fue el Cuna de Acordeones en Villanueva,La Guajira, categoría profesional, contaba con 16 años y ocupó el dignísimo tercer lugar; primero ‘Beto’ Rada; segundo, Norberto Romero.