Las luchas sindicales llevadas a cabo por el magisterio colombiano han sido por más de 60 años. La consecución de conquistas y logros han estado acompañadas de lágrimas, sudor y sangre. La cifra despreciable de docentes asesinados y muertos por quienes no aceptan el pensar diferente, sobrepasa los 1.000. La conquista del estatuto docente 2277 de 1979, no fue voluntad del gobierno de turno, fue producto de la marcha del hambre, nombrada así por el gran sacrificio del magisterio cienaguero que se desplazó a pie hasta la ciudad de Bogotá sorteando toda clase de dolor, obstáculos y dificultades. La calle, el cemento y el asfalto son los escenarios perfectos para conseguir logros y conquistas.
Me resisto a olvidar la lucha de los que nunca agradecí. No podemos dejarnos comprar por un plato de lentejas y a cambio vender a todo un gremio porque a mí me abren las puertas cuando quiero, me responden al celular cada vez que requiero un favor departamental. El sindicalismo educativo nació para mantener la defensa de los derechos de sus afiliados. Para nada más.
El carrusel y permanencia vitalicia sindical se hace elegir, para representar su interés y su progreso económico individual. Pedestal piramidal que no existe. Son y están, porque usted y yo lo mal elegimos. Es decir, cometimos y seguramente, seguiremos cometiendo errores en las siguientes elecciones. Lo elegí porque consigue citas médicas, porque logra la entrega de las medicinas, porque me ayudó a celebrar el quinceañero a mi hija. Craso error de quien hoy representa la académica. Es decir, parece que la presa que despierta la rapiña sindical es la chequera sindical.
Retirarse de la asociación porque no me defendieron cuando pudieron, porque creo que se atomizan los recursos de todos, me retiro porque a mi hermana la abandonaron en su lucha contra la corrupción escolar, porque no me consiguieron una cita médica, porque al que le hice campaña me dio la espalda. No sabiendo estos exafiliados, que los grandes cambios se hacen estando dentro de la organización y no fuera de ella. Huyendo contribuyo a que siga y perdure todo lo anterior. Pensar en otro sindicato genera la atomización de luchas y esta trae consigo mayor corrupción sindical y menos defensa de gremio.
La solución no está en criticar al que se “enriquece” con nuestros aportes o aquel que regresar a morir empuñando el lapicero y chequera. No. Es saber elegir. Abrirnos al cambio generacional, a ideas innovadoras y frescas. Evitar y cortar el deseo de quienes usan la puerta giratoria y se atornillan al poder. Limpiar la casa.
La bonificación extra por representatividad sindical, de traslado y ejercicio, no debe ser la carroña que hoy peleamos como aves de rapiña. Debe existir reforma de estatutos, estos son cambiantes y adaptados a la realidad. No más ídolos de barros ni quistes vitalicios. La repartición de cargos de relevancia de diálogo y mando, deben ser ocupados por votación obtenida y no por repartición de grupo.
Necesitamos líderes sindicales en la educación con acción, decisión, propósitos diáfanos, de contribuir a sacar del marasmo y rezago educativo en el que hoy se encuentra nuestra península. Líderes del siglo 21, que hagan críticas constructivas sin temor a las arremetidas y señalamientos nacionales y departamentales. De lo contrario, el virus de la corrupción entró y se quedó con nosotros.