Observar las opiniones de destacados líderes políticos década tras década nos lleva a la obligación de realizar análisis sobre lo que somos como sociedad, nuestros avances en todos los flancos sociales, nuestros cambios colectivos positivos o negativos, nuestra reflexión y la responsabilidad que le otorga la sociedad a las nuevas generaciones además del efecto que estas deben surtir en su medio no es un otorgamiento superfluo, es primordial, menester y perentorio.
En la década de los 70 muchos actores políticos cuestionaban su entorno por diversos motivos, fenómenos sociales que para ese entonces eran protagonistas del diario vivir; sin embargo, siempre se delegaba la esperanza a las próximas generaciones, pues se pronosticaba que eran ellas quienes llegarían con un aire distinto a oxigenar los métodos atávicos con los que se venía manejando la cosa pública, pero a medida que iban transcurriendo las décadas de los 80, 90 y 2 mil comenzamos a observar que un mínimo común las relacionaba y era que nada pasaba, todos los fenómenos sociales que otrora vez obstaculizaban el crecimiento económico de la región hacían parte de su pasado, presente y futuro, ¿pero qué pasó con la intervención de las nuevas generaciones?
Lo más lógico en cualquier sociedad que demanda cambios es ver a unas nuevas generaciones con visiones diferentes, pues es la manera más educada para lograr cambios necesarios de cara a una sociedad que año tras año va aumentando su densidad demográfica, exigiendo y generando demandas que obviamente deben ser solucionadas, pero entonces si todo sigue igual, si poco o nada cambia, ¿cuál ha sido el papel de las nuevas generaciones con respecto a los cambios colectivos de La Guajira? ¿No han respondido a las exigencias necesarias para generar cambios?
En sintonía con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, recién aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe, el aporte de las nuevas generaciones no se juega solo en lo social, sino también en la economía, política y medio ambiente, el mundo va cambiando a un ritmo acelerado, se actualiza diariamente, estas agendas se crean para planificar logros a largo, mediano y corto plazo. La ventaja de las nuevas generaciones es que han tenido tiempo de aprender muchas cosas, eso se debe aprovechar para incluso dirigir los grandes cambios sociales que se producirán en los próximos 30 años. Esta generación es la que nos va a llevar al futuro, es la que está llamada a escribir los siguientes capítulos de nuestra historia, eso es una responsabilidad muy grande, ¿la podrán asumir?
Vemos a una ciudadanía en el departamento que en la actualidad se lamenta de lo mismo, como si el tiempo no hubiese transcurrido ¿acaso nada ha cambiado? Si no es en las próximas generaciones en las que se debe salvaguardar los verdaderos cambios ¿entonces sobre quiénes debe aterrizar esa responsabilidad? ¿Acaso no tenemos esperanzas como sociedad? Tengo amigos y conocidos que a menudo afirman tener la intención de irse a vivir fuera del departamento, llevarse a su familia en busca de oportunidades que conlleven el otorgamiento de una mejoría en la calidad de vida, creo que ese pensamiento cada vez tiene más intenciones de ser adoptado por muchos guajiros.
Particularmente, pienso que una sociedad puede nacer pobre, vivir en miseria, pero si existe una visión de progreso y orden será cuestión de tiempo poder alcanzar el crecimiento económico y social, si en caso contrario esta misma sociedad vive en pobreza, pero además de eso es escasa de visión, proyección, planificación, entonces será una población sin esperanzas, sin futuro, sus habitantes siempre estarán sumidos en el atraso, miseria y abandono, la mejoría en la calidad de vida nunca llegará, por eso son necesarios los cambios de conciencia colectivos liderados por nuevas o futuras generaciones, la complicidad de estas con lo malo de nuestro pasado es una especie de condena social.