Vivimos días en que las sorpresas se volvieron cosa cotidiana, basadas en la certeza de que la ciencia y la tecnología nos permitirán logros cada vez más ambiciosos. Se han empujado las barreras de lo que es ético o, al menos, de lo que es aceptable para el ser humano.
Si volviesen a la vida personas fallecidas solo cien años atrás, tal vez caerían de retro ante situaciones de la vida diaria de hoy, como el esplendor de los medios de comunicación de que gozamos ahora, el control de muchas enfermedades; pero sobre todo, de cómo ha evolucionado el manejo de la salud sexual y reproductiva. Le causaría asombro el perfeccionamiento de las expectativas para las personas con algún problema en su fertilidad o de lo que quieren para sus vidas en el papel de padres o madres.
Arnold Schwarzenegger en la película Junior (1994) que da embarazado luego de usar una pócima progestante, y en una suerte afortunada, lleva a feliz término su gestación. Veintipico de años después de este film parece posible una situación así. Claro que estas fronteras de lo que el ser humano puede hacer con su vida causan discusión porque desafían el statu quo.
Basta recordar la clonación de la oveja Dolly (1996) y lo que significó como el inicio de la carrera por la auto reproducción humana sin participación de espermatozoides y de un óvulo sin núcleo.
El inicio de las vías para alcanzar la fecundación por fuera del útero femenino se dio cuando a Leslie Brown, estéril por taponamiento de sus trompas, los doctores Robert G. Edwards y Patrick Steptoe le implantaron en su útero un embrión fertilizado en laboratorio. Así nació Louis Brown (1978), el primero de su especie.
El vector de las técnicas de reproducción humana asistida ha llegado a la posibilidad que los hombres puedan quedar embarazados hasta cuando el feto puede ser extraído y respirar por sí mismo con una adecuada autosuficiencia.
La posibilidad de sobrevida de los fetos prematuros (sobre todo los que nacen con un peso inferior a 2.000 gramos) cada vez es mayor, tras el desarrollo de múltiples medios de soporte en unidades de cuidados críticos, la existencia de medicamentos para la maduración de los pulmones y de que estos entren en funcionamiento tan pronto el recién nacido se ve en la necesidad de respirar aire ambiente de manera espontánea u oxígeno por máscara o intubación traqueal. Asimismo, existe la alimentación especializada para estos infantes. Muchos de ellos al nacer casi entran en la palma de la mano.
Entonces estamos ante nuevos escenarios maternales. En especial por los embarazos ectópicos (los que se implantan fuera del útero), en los que si bien la mayoría son inviables, algunos se adosan a la membrana que mantiene unidos los intestinos (mesenterio) y, todavía más raro, en órganos como el hígado. Estos pueden llegar a feliz término. Por tanto, no es descabellado pensar en la introducción de un embrión fertilizado in vitro al mesenterio de los hombres y proveerles luego toda la asistencia hormonal y de cuidados prenatales para remedar lo que pasa en el embarazo de las mujeres.
En otras palabras, está próximo el día en que veamos en las calles a hombres preñados y a los amigos tocándole la barriga. No ha de faltar el baby shower correspondiente y el día de la cesárea se apreciarán a los abuelos exultantes a las puertas del quirófano. ¿Fantasía?