La representante antioqueña, Susana Gómez Castaño, conocida como ‘Susana Boreal’, puso sobre el pebetero, la vieja discusión sobre la necesidad de hacer una reforma profunda, pero responsable al sistema educativo en Colombia.
No cabe dudas, que luego de una ‘reflexión’ del tamaño de la congresista, quien aseguró que ‘obligar a un niño a ir al colegio’ es un acto de ‘violencia y adoctrinamiento’, merece analizar, qué está pasando en el país que vivimos; en donde, además, algunos congresistas quieren convertir en Ley, un derecho para que los infantes tomen la determinación de cambiar de sexo, sin tener concepto y autorización de los padres.
A los niños debemos enseñarlos a querer y apreciar la oportunidad de ir a los colegios. Eso hacen los países más avanzados en educación como Finlandia, Noruega y el resto de estados nórdicos, quienes manejan los mejores niveles de educación en el planeta.
Los conceptos de educación en Colombia se han transformado. Aquellos tiempos de la ‘regla’ o el ‘cinturón’, hacen parte de la historia. Épocas en donde el profesor manejaba grupos hasta de 60 niños en aulas sin abanicos, aires acondicionados, buenos pupitres, ya forman parte de tiempos pretéritos, que marcaron hitos importantes en este país.
A la congresista Gómez Castaño hay que recordarle que hoy los infantes colombianos gozan de un derecho a la integridad, consagrado en el artículo 18 del Código de la Infancia y la Adolescencia, Ley 1098 de 2006, en donde se establece que: “Los niños, las niñas y los adolescentes tienen derecho a ser protegidos contra todas las acciones o conductas que causen muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico.
Que, a diferencia de los niños del siglo pasado, no se permite que los menores puedan trabajar y aprender labores de apoyo a los hogares, tal como existe en países avanzados, en donde los niños y niñas, durante sus vacaciones, salen masivamente a cumplir funciones, sin importar que sus padres sean personas acomodadas económicamente, porque eso contribuye a su formación como profesional del futuro.
Los niños de hoy, en su gran mayoría, van felices a sus colegios. A ellos, una ruta o el transporte los recoge en las puertas de sus casas. Llevan loncheras, dinero en sus bolsillos para disfrutar de las jornadas de descanso. Tienen celulares con todas las tecnologías.
En el pasado, la mayoría de pequeños estudiantes, especialmente los de las zonas rurales, les tocaba hacer largas caminatas, y debían llegar con sus zapatos limpios y relucientes. Cero loncheras, meriendas especiales, y lógicamente, para esos tiempos no existían los celulares.
Qué pensarán los queridos profesores, muchos de ellos, ya en su reino celestial, y otros aun sentándose en las mañanas en los parques de La Guajira, al escuchar tamaña reflexión de una congresista elegida por los antioqueños.