En su artículo 20 la Constitución Política de Colombia, nos entrega las garantías jurídicas suficientes para que
toda persona goce en nuestro país, de plena libertad para expresar y difundir sus pensamientos y opiniones, de
informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación.
Estos son libres y tienen responsabilidad social. Este artículo es una verdadera joya jurídica con la cual, todos los colombianos tenemos derecho a exigir una reparación cuando estemos convencidos que nuestro buen nombre haya sido
vulnerado. Eso también se hace extensivo a las entidades públicas, que pueden recurrir a la figura de la réplica o la rectificación, cuando las informaciones, sean mal intencionadas y pueda causar daños a nuestra figura como persona o institución.
Por eso no entendemos el pronunciamiento del presidente del Sindicato de Trabajadores de Cerrejón, Helí Arregocés, quien representa a más de 4 mil personas vinculadas laboralmente a la empresa minera más grande establecida en el
departamento de La Guajira.
Con términos que parecen extraídos de las profundidades del bajo mundo gramatical, lanzan expresiones, que parecen habituales en él, al considerar que el periodista Marcos Barros Pinedo, es un ‘muerto de hambre’, y otros epítetos, que,
por respeto a nuestros lectores, no podemos contextualizar, so pena de contribuir, al deterioro moral de nuestra sociedad; simplemente el periodista conceptuó bajo su óptica, que la marcha del pasado 21 de noviembre, no había cumplido con
sus propósitos.
Si el presidente e sintió ofendido o afectado por el escrito, debió hacer uso de esas herramientas legales. Utilizar un vocablo soez, vulgar, deja mal parado a los más de 4 mil trabajadores que le confiaron mediante una elección popular, ser
el vocero auténtico de una comunidad laboral, a quienes la empresa Cerrejón, vinculó a sus nóminas para formar equipo de verdaderos seres humanos.
Estamos seguros, que el 99% de los sindicalizados, no avalarán un comportamiento de su vocero legal, para descalificar a un comunicador que, como todos los miembros de la sociedad colombiana, tenemos derecho a expresar opiniones con plena libertad, pero dentro del marco del respeto y ajustado a la ley.
Esperamos que el presidente del gremio sindical, revise sus expresiones emotivas, y sepa con gallardía rectificar
su comportamiento impulsivo, que deja expuesto a un trabajador de los medios, a un ataque no verbal, sino físico, en un país, en donde cada día se incrementan los brotes de intolerancia.
Utilizar las redes sociales para mal entonar a sus agremiados en contra de la prensa regional, en donde siempre han
tenido las puertas abiertas, no es el mejor mensaje. Debemos ser agradecidos con Dios, por los alimentos que nos provee
el trabajo; ser muerto de hambre no es un pecado, es un reflejo de una desigualdad social que se vive en el mundo.