Los días 4,5 y 6 de abril, se llevó a cabo la jornada de cirugías gratuitas para niños y niñas con labio fisurado y/o paladar hendido por parte de la Fundación Operación Sonrisa en Riohacha, con éxito rotundo, 35 niños recobraron la sonrisa, un motivo para celebrar y regocijarse.
Sin embargo, detrás de esta celebración, se reveló una realidad desgarradora: 11 niños no pudieron ser intervenidos debido a su estado de desnutrición crónica, confirmando que La Guajira ostenta el triste título de ser el Departamento con el peor índice de este flagelo en Colombia. Esta situación es más que una estadística; es una tragedia que impacta directamente en el futuro de nuestra niñez y en la cohesión de nuestra sociedad.
En una región tan rica en recursos naturales, ¿por qué persiste esta realidad que deja efectos devastadores e irreversibles en nuestros niños, especialmente en la población indígena? La desnutrición crónica no es simplemente una cuestión de cantidad de alimentos, sino de acceso a una dieta equilibrada y nutritiva desde los primeros años de vida.
Es un problema multifacético que se nutre de la falta de acceso a alimentos nutritivos, falta de agua potable, la escasez de servicios de salud adecuados y la falta de coordinación entre las autoridades locales y nacionales.
Los efectos de la desnutrición crónica, que persisten durante toda la vida, van más allá del físico; afectan el desarrollo cognitivo y emocional de nuestros niños, y pueden tener consecuencias devastadoras para toda una generación si no se abordan a tiempo.
La Guajira enfrenta una realidad desgarradora: el peor índice de desnutrición crónica en Colombia, con un alarmante 26.1% vs 10.8 % de la media nacional (fuente Ensin: Encuesta Nacional de Situación Nutricional). Esto significa que miles de niños están en riesgo de sufrir las consecuencias de la desnutrición crónica a lo largo de sus vidas. Es hora de actuar con determinación y urgencia.
Exigimos un cambio radical en nuestro sistema de atención. Necesitamos un enfoque integral que garantice el acceso a una alimentación adecuada, servicios de salud de calidad y un entorno propicio para el desarrollo infantil.
Hacemos un llamado a nuestras autoridades, especialmente al Icbf, a implementar planes de acción inmediatos y articulados con los gobiernos locales. Es esencial establecer un sistema de evaluación y seguimiento nutricional que identifique a los niños en riesgo y les brinde la atención necesaria. Además, es crucial el compromiso de las familias en el cuidado y la crianza de sus hijos, promoviendo la lactancia exclusiva hasta los 6 meses y una alimentación balanceada y nutritiva.
La colaboración entre instituciones públicas, ONG y la comunidad es fundamental para combatir esta crisis humanitaria. Con el nuevo Gobierno departamental, encabezado por el Dr. Jairo Aguilar, tenemos la esperanza de iniciar la solución a esta problemática.
Erradicar la desnutrición crónica en La Guajira es posible, pero requiere un esfuerzo conjunto y continuo. No podemos permitir que más generaciones sean víctimas de esta tragedia. Es hora de levantar nuestras voces y actuar con determinación. El futuro de nuestros niños depende de ello.