Si los mercados no tienen como prioridad la vida de las gentes y los políticos no priorizan el cuidado del medio ambiente, todos sucumbimos. Lo que a lo largo de los años ha venido sucediendo como normal ya no es aceptable; la narrativa científica del cambio climático es la respuesta a la brutal lógica del capitalismo.
Si seguimos haciendo lo que hacemos, cambia irreversiblemente nuestro mundo físico. Las élites del gran capital mundial, banqueros y empresarios transnacionales, determinan la suerte del planeta y la existencia misma de la especie humana.
La quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) ha traído cambios dramáticos, a escala de miles de años en la temperatura, acidificación y desoxigenación de los océanos por los gases efecto invernadero, produciendo un incremento de temperaturas sin igual de la atmósfera, los océanos y el suelo.
La comunidad científica calcula que si se mantiene el actual ritmo de emisiones de gases, la temperatura global aumentará 2,7°C a finales de siglo, respecto a la promedia de la era preindustrial. La misma considera que el 50% de los yacimientos petroleros de Venezuela y el 80% del carbón colombiano deben mantenerse bajo tierra.
Las cumbres del medio ambiente (Estocolmo, Río, Johannesburgo, Berlín, Kyoto, París y Glasgow con 197 países) han precisado la necesidad de actuar con agilidad y determinación para asegurar la descarbonización de la economía, lo que ya está ocurriendo, y no continuar con ese plan es suicida. La rápida sustitución de los combustibles fósiles por alternativas renovables provocará una “profunda reorganización de las cadenas de valor de la industria, el comercio internacional y la geopolítica”.
Los líderes mundiales de la COP26 instaron a los países a reafirmar su compromiso “incrementando” la velocidad y la escala en los recortes de sus emisiones.
El petróleo y el carbón se están agotando al tiempo que agotan al planeta. ¡En Colombia teníamos 130 pozos en operación en 2013, hoy solo tenemos 13! No somos un país petrolero. El fracking, experiencia piloto propuesta para La Guajira, ha surgido para tratar de explotar los remanentes de petróleo y gas. Está probado que dicha técnica ocasiona la aceleración del cambio climático, contamina el suelo, induce actividad sísmica, contamina las fuentes de agua superficiales y subterráneas.
¿Por qué aferrarnos a esa economía decadente y destructora? La Guajira es víctima y victimaria. Las grandes cantidades de carbón y gas que han salido de sus entrañas han producido estequiométricamente iguales cantidades de gases invernadero que han causado grandes sequías, aumento del desierto y elevación del nivel del mar al punto que sus costas están altamente erosionadas. Se prevé que Riohacha sería una de las ciudades que quedarían bajo el agua con el incremento del nivel de los océanos por descongelamiento de los polos. Urge transformar radicalmente el sistema energético, así como la forma como nos movemos y consumimos.