¡Estamos hasta la coronilla de tantos impuestos! si compramos un carro nos toca pagar impuestos, al tanquearlo con gasolina debemos pagar impuestos, si de viajar se trata debemos pagar impuesto (peaje), si vamos al supermercado a hacer la compra del mes para nuestros hogares, tenemos que pagar impuestos. La ropa que compramos, el helado que le regalamos a un niño, las flores que le obsequian a nuestros seres queridos y si seguimos la lista es larga.
Ahora, como si fuera poco, tienen planeado gravar impuestos a artículos de la canasta familiar… impuestos, impuestos y más impuestos. Particularmente no creo que esa sea la única solución ante la crisis fiscal que hoy golpea al Estado colombiano.
El costo de funcionamiento del Estado colombiano es altísimo. La burocracia como instrumento de trabajo para conciliar los intereses políticos, los miles de cargos públicos innecesarios con salarios elevadísimos, el derroche desproporcionado, la desviación descarada de recursos públicos y la mirada incapaz de las entidades de control, nos indican que el dinero no alcanzará jamás. Que no habrá nunca ninguna reforma tributaria que logre solucionar a largo plazo los problemas fiscales de Colombia, mientras exista la malversación exagerada de quienes obtengan potestades de ejecución de los recursos públicos. Jamás habrá dinero que alcance y podrán hacer mil reformas más.
El problema fiscal en Colombia no se soluciona gravando más impuestos a la gente del común, sino mejorando el gasto público.
“De conformidad con el artículo 36 del Decreto 111 de 1996: el presupuesto de gastos está conformado por gastos de funcionamiento, servicio de la deuda pública y gastos de inversión” según la norma, “son los gastos necesarios para el normal funcionamiento del estado”.
El estado colombiano tiene un gasto público superior a los 100 mil millones de dólares. En esa suma está incluido todo lo que el Estado necesita para solventar su funcionamiento y demás gastos. Del manejo administrativo que se le dé a ese recurso, dependerá su alcance. Las constantes reformas envían un mensaje negativo al pueblo de que el recurso jamás podrá cubrir eficazmente el necesario.
La raíz del problema está en el hecho de entender que mientras sigamos permitiendo la malversación descomunal de los dineros del Estado, siempre estaremos sumergidos en ese espiral vicioso de pagar y pagar impuestos como medida temporal a las soluciones económicas del país. Los ciudadanos del común, siempre observamos que el camino más fácil de cualquier gobierno nacional de turno será buscar soluciones en nuestros bolsillos. No sé hasta cuándo se va a tolerar ese comportamiento repetitivo. El dinero está perdiendo cada vez más su poder adquisitivo. Hoy día es casi una odisea pensar que un asalariado común, podrá lograr comprar la casa de sus sueños o el carro que siempre anheló. Quizás para algunas personas sea un tabú hablar de cosas como estas, tal vez podrá ser porque tienen compromisos o filiaciones políticas, pero es que a nosotros los cuidarnos del común, nos tiene que doler nuestro bolsillo y si nos sentimos afectados entonces debemos alzar la voz. Es ese nuestro mayor compromiso social.
Entonces la consigna es: si hay problemas fiscales, que sea el bolsillo del sector trabajador de los emprendedores del microempresario del señor que sale todos los días a buscar en la informalidad las soluciones para solventar las necesidades económicas de su hogar.
En conclusión, los problemas del país siempre los debemos solucionar nosotros. Siendo nosotros los que menos nos favorecemos de las mieles que emanan los fondos del Estado. Tal vez algunos verán este artículo como un grito repleto de irreverencia, pero indiscutiblemente es lo que observo en el diario vivir.
Pagar impuestos no sería un problema si viéramos los resultados a simple vista. Si existiera una infraestructura vial desarrollada, si nuestra educación y salud pública fuera óptima o contáramos con un transporte multimodal eficiente. Si eso ocurriera, seríamos una ciudadanía complaciente con los pagos de los tributos, pero como no observamos el reflejo de ese pago sale a flote nuestra indignación con justa razón.
Imagínense a una familia, en donde el padre y la madre sean quienes por medio de sus ingresos mantengan el hogar, que sean ellos quienes paguen los gastos de mantenimiento como los recibos de los servicios públicos, la alimentación de los niños, educación, salud y demás. Que todos los gastos estén presupuestados y priorizados; pero que de un momento a otro alguno de los padres decida cambiar el rumbo de sus ingresos, para cubrir un gasto que nada tenga que ver con el mantenimiento del hogar… ¿Qué creen que pasará con su hogar? Pues obviamente va a haber una insuficiencia económica dentro del mismo.
Así, pero a gran escala ocurre con la economía del país, ¿Si entienden por qué digo que el problema no se soluciona pagando más y más impuestos? Si el dinero del estado estuviera bien administrado y priorizado si alcanzaría la plata.