El pasado veintisiete de diciembre tomé la decisión de retirarme de la Comisión Asesora Científica para el Esclarecimiento de las causas de las muertes asociadas a la desnutrición en la niñez wayuu; consideré que había transcurrido el tiempo justo y necesario para hacerlo dignamente. Acepté ser parte de la Comisión el tres de julio de dos mil veinticuatro y en noviembre tuve el convencimiento que la Comisión al parecer no es un tema que revista de mayor importancia para los accionados, al final el convocante en cabeza de sus funcionarios son personas arijunas y ya sabemos que para esa población mayoritaria la causa de las muertes en los niños wayuú es la cultura. La cultura ha sido la excusa determinante de las muertes para el Estado. No obstante para mí la cultura no es la causa que extingue a los niños indígenas, si fuera esta la causa no la estarían promocionando como destino turístico, moda y hasta autoreconocimiento de quienes carecen de ella.
Tengo las mismas dificultades económicas que tienen las madres cabeza de hogar en La Guajira y en Colombia, también genero mis propios ingresos, viajo, regreso y mi lucha diaria es por darle a mi hija Abril la mejor formación y buscar para ella lo mejor de lo mejor hasta llegar a la excelencia sin darle la espalda a nuestras tradiciones, juntas conjugaremos lo que es bueno continuar y lo que se debe dejar atrás, la dinamizadora cultural de mi hija soy yo.
Participé en dos o tres reuniones de la Comisión y no me sentía en mi lugar, fue tanto así que procuré no aparecer en ningún registro fotográfico, pero sucumbí y no solo aparezco en fotos sino en el video institucional del Icbf el día de la instalación; digo que sucumbí porque terminé prestándome para la instalación sin haber firmado contrato, no estuvo bien de mi parte y asumo que fue un error prestarme para una escena de telerrealidad.
En marzo de 2024 comenzó todo este proceso y siendo sincera conmigo misma, todo proceso que se posponga es porque no reviste ningún interés de una de las partes, de mi parte tuve la disposición siempre.
Tampoco entendí que la Unicef sea el operador de la Comisión. Hasta cuándo la Unicef por todos lados en La Guajira sin nada a su favor que mostrar, actuando siempre como las hermanitas descalzas de la congregación que con su caridad logrará acabar la hambruna mundial, pero al final de los tiempos y de los últimos días. Definitivamente no doy para lidiar con gente snob.
Hace diez meses mientras reunía los requisitos de la convocatoria para ser parte de la Comisión, un extranjero canadiense secuestraba y torturaba a una menor wayuú en el corregimiento de Taganga (Magdalena). Qué hacía esa menor en Taganga, lejos de su territorio, de su familia y de los planes y programas que hay para los menores wayuú en el departamento de La Guajira. En diciembre mientras instalamos esta comisión, el extranjero continuaba su rutina entre Cartagena y Taganga como dueño de un hostal, pese a tener una orden de captura, hacía su vida con total impunidad. Cuántos niños wayuú se han fugado de La Guajira desde el 2017, aunque llevan buen tiempo convirtiéndose en la diáspora wayuú y yo en medio de un lugar que no era mi nido, intentaba muy lejos de la realidad y desde mis privilegios decir y explicar qué causas los han llevado al destierro, a la explotación, a la trata y quién sabe a cuántas cosas sin nombres a cientos de niños wayuú, no diré que cinco mil, pero sí cientos, muchos de ellos sin registros y sin ninguna posibilidad de retorno.
En resumen la Comisión nunca fue mi lugar, solo queda reiterar que debemos apropiarnos de la niñez no de la Sentencia T-302, la Sentencia es una mujer incumplida.
El Icbf sigue siendo grande por todos los pequeños wayuú que dependen de el, pequeños generadores de convenios y contratos, el Icbf solo necesita gente correcta y asertiva. Finalmente los aliados que necesita están aquí en La Guajira, no en Nueva York.