Comienzo recordando la teoría de la “Identificación Proyectiva” propuesta por la autora Melanie Klein, que palabras menos, palabras más significa que lo que vemos y expresamos de las demás personas corresponde a nuestra realidades, angustias, historia o traumas.
Por ejemplo la afirmación de María Fernanda Cabal en la reunión de su partido desarrollada en Cartagena hace algunos días: “Esas feministas locas y además feas” podría más referirse al concepto que ella tiene de sí misma y que la lleva a alejarse de toda noción de responsabilidad afectiva y a soportar un carga que detona en la desesperación de manifestar rabia, rechazo y su tormenta interior contra las mujeres, a las cuales, ella incluye en una “bolsa” limitándola a su “verdad” que es solo subjetividad discriminatoria.
No es esto una columna revictimizada, es una reflexión respecto al impacto del machismo ejercido por mujeres, la antisororidad que se confunde con estrategias mediáticas para beneficios electorales, la mínima capacidad que tienen algunas personas de respetar las diferencias, la mala leche que tienen otras tantas de reírse con narrativas misóginas, racistas, clasistas, homofóbicas y en general – violentas – que lo último que deben generar es risa. Es que la cuestión está en que los discursos que atropellan en este caso a las mujeres, son aplaudidos y percibidos como “verdades” y actos de sinceridad necesarios en un mundo de tanta “postverdad”.
La Cabal generalmente no es tan cabal y ya tiene acostumbrado al público a excitarse con sus catarsis que terminan vulnerando derechos de algunas personas y despertando aplausos en quienes transitan por la necesidad de juzgar todo. No quiero decir con esto que ella en algún momento no exponga cosas que puedan ser aportar, lo cierto es que usa el poder que le da tener micrófonos, seguidores y cargos políticos, para soltar criterios bastante discriminatorios; definitivamente sería bueno que el poder se use para polinizar desde el amor, la inclusión, el respeto y la equidad e igualdad de derechos.
Ya basta de vivir un país que es estructuralmente racista, misógino, machista y violento, porque tenemos todo para ser lo contrario a eso, sin embargo, parece que no hemos hecho consciencia de ello. Urge que el machismo no se vista de mujer, que la sororidad no se ejecute como estrategia utilitarista y que el racismo no se apacigüe con narrativas falsas que solo buscan romantizar un problema mayúsculo.
Por situaciones como la protagonizada por Cabal es que debemos seguir trabajando a cabalidad por causas sociales interseccionales, feministas e incluyentes.
En este sentido, termino afirmando que me siento orgullosa de las mujeres y de las feministas, que sean unas locas atrevidas y valientes, con la berraquera para avanzar más allá de parámetros estéticos opresores hacia ellas.
Se me ocurre que María Fernanda no conoce a las feministas que yo conozco, porque en realidad son alternativas y con un estilo cheverísimo. El feminismo sigue, las mujeres viven y vibran, los ataques inspiran y motivan.
Abrazo sororo honorable senadora María Fernanda, ¡juntas logramos más!