“El veintidós de marzo llega la primavera, entra alegría a la sierra, yo adoraré a mi canto, por eso le canto a mi morena, que tiene sabor a primavera”. Está presente en mi mente al escribir esta crónica la canción ‘Sabor a primavera’ de la autoría del ciego que veía con los ojos del alma Leandro Díaz grabada por Alfredo Gutiérrez, vino en el corte 2 del lado B del LP titulado ‘La Diosa coronada’ en el año 1972 a propósito del número evidentemente representativo de compositores, cantantes y acordeoneros que vieron por primera vez la luz precisamente en ese mes emblemático primaveral.
Como nuestros lectores recordarán, en crónicas recientes pasadas pusimos de presente las infortunadas coincidencias para la fatalidad en la música vallenata por tres décadas marcadas por acontecimientos violentos que permanecen como heridas abiertas en el corazón del vallenato, nos referimos al año 1972 por la muerte de Freddy Molina, 1982 por la partida de Héctor Zuleta y 1992 por el asesinato de Rafael Orozco, posteriormente llamamos la atención sobre el infortunio que ha visitado a tantos protagonistas de nuestra música vallenata en el mes de septiembre, recordamos entonces que el 29 de septiembre de 1993 en inmerecidas condiciones se fue de entre nosotros el Rey Vallenato 1971 Alberto Pacheco Balmaceda; después el 28 de septiembre de 1998, a los 75 años partió para siempre ‘El pequeño gigante del acordeón’, el Rey vallenato 1975 Julio de la Ossa uno de los más recordados, se fue con apenas 62 años cuando en los escenarios se veía brioso en la digitación, su nota vigente, fresca, briosa y remozada, dejando su huella indeleble entre nosotros como compositor de buenas letras, y melodías para todos los gustos, desde los aires lamentosos de su región sabanera, hasta la nota picada que es tan agradable al oído del Magdalena grande, él amaba entrañablemente a Valledupar prueba de ello es que su última voluntad fue que su última morada quedara en Valledupar, lugar de peregrinación de sus fieles seguidores.
Del mismo modo rememoramos que 5 de septiembre de 1999 se silenció para siempre la voz y la guitarra de Hernando Marín Lacouture, a sus 55 años de nacido, un fatal accidente de carretera se lo llevó para siempre, dejándonos un catálogo de canciones que siguen siendo recurrentes en la radio, dejando un vacío indiscutible por su liderazgo en defensa de los derechos de sus colegas y de su pueblo, del mismo modo dije que unos días después, el 18 de septiembre de 1999 inició su inmortalidad Carlos Huertas, ‘El cantor de Fonseca’, se fue pero nos dejó sus obras maravillosas con letras delicadas y complacientes, lo que nos hace pensar que solo morirá el día que se dejen de escuchar y cantar sus canciones, y eso es imposible, sus obras musicales cantándole al amor, a los amigos y a nuestros pueblos, aún permanecen.
Es que preocupa la vaina, porque el 23 de septiembre de 2003, después de haber nuestra música llevado a lo más alto del espiral el sin fin de la excelencia a la música vallenata, se detuvo para siempre el corazón de ‘El consagrado’ ‘Colacho’ Mendoza, Rey de Reyes del Festival Vallenato, el hombre que llevó por primera vez el acordeón al mismísimo Palacio Presidencial durante el Gobierno de Guillermo León Valencia, su melodiosa creatividad le permitió estar de moda durante todo el tiempo, y lo ha convertido en el alumno más aventajado del ‘Pollo Vallenato’ Luis Enrique Martínez, comenzó emulándolo a él y a ‘Chico’ Bolaños y terminó como sucedió con ‘Emilianito’ Zuleta, haciendo su propia escuela, pero a pesar de que dejó fieles seguidores de su estilo no se escucha igual.
El rosario de oscuros acontecimientos continuó, porque el 30 de septiembre de 2001, la música vallenata recibió una de las más hondas heridas en el corazón, la ‘Cacica’ Consuelo Araújo se despidió abruptamente de todos cuando todavía tenía mucho que contar, que enseñar y mucho vallenato por impulsar, la parca también se la llevó, en la misma crónica se dijo que el 17 de septiembre de 2022 de gira para realizar conciertos en Paraguay se apagó la vida del buen acordeonero Ramiro Colmenares, fundador con Robinson Damián de la Agrupación ‘Los Embajadores Vallenatos’, quienes nacieron y crecieron con la paternidad de un amigo a quien aprecio, a quien llamo ‘Poncho el grande’, un hombre emblemático de la radio bumanguesa, mi hermano Alfonso Quintero; y cinco días después, el 22 de septiembre La Divina Providencia puso el punto final a la presencia entre nosotros de ‘Tova’ Zuleta, digno representante de una de las Dinastías más representativas de la música vallenata y a un estilo y muchos proyectos que tenía como productor, como cantante y comunicador.
Todavía hay más de la conspiración septembrina contra el vallenato porque el 29 de septiembre Dios llamó a rendir sus cuentas a ‘El Pollo caucano’ Miguel Duran, indiscutible representante de la música sabanera tradicional, un sabanero de sombrero vueltiao y de albarcas, buen compositor, y su reinado musical estuvo en las regiones de Córdoba, Antioquia y Chocó.
Después de las dolorosas recordemos entonces las gozosas, esa noticias maravillosas se las regaló Dios a la humanidad en el mes de marzo porque coincidencialmente un 7 de marzo nació el acordeonero Ender Alvarado, el 30 de marzo nació Adanies Díaz, el 28 de marzo nació Carlos Díaz, líder del proyecto muy exitoso ‘Sendero de Acordeones’, acordeonero y profesor de música que ya ha visto coronarse como reyes a varios de sus pupilos, un 11 de marzo nació el acordeonero Carlos de Jesús Díaz, un 17 de marzo nació el compositor Jacinto Leonardy Vega, el 19 de marzo vino al mundo el compositor y acordeonero Euro Díaz, nació Romualdo Brito, un 22 de marzo nació Daniel Celedón, 24 de marzo nació ‘Rafa’ Manjarrez, un 27 de marzo nació Julio Torres Mayorga, quien con Homo Morales integraban la agrupación ‘Los alegres vallenatos’ en Bogotá cuando allá el vallenato lo miraban como bicho raro. Rafael Orozco nació un 24 de marzo, y por su parte Martín Maestre, compositor y mentor de Diomedes nació un 30 de marzo.
Son las vainas coincidenciales que se presentan en el vallenato a veces para bien y otras veces para mal.