Con el bagaje técnico, la experiencia práctica y el recorrido que hemos hecho institucionalmente en Colombia para construir el sistema y modelo de salud que tenemos hoy, si queremos cambiar o transformar partes de ellos, es imperativo “construir sobre lo construido” para evitarles un colapso y que entonces sea peor el remedio que la enfermedad al tratar de curarlos o rehabilitarlos.
Apunto: construir sobre lo construido es una premisa que he asumido también como enfoque personal y patrón de abordaje para solucionar, y, gestionar lo necesario e importante, cuando sea cabeza del gobierno territorial de mi municipio.
Muchos comentarios y opiniones y por variadas circunstancias ha generado el anuncio de la Reforma al Sistema de salud y transformación al Modelo que hoy tenemos.
Primero, porque desde el 7 de agosto de 2022 se anunció y pasaron muchos meses y no se conocía un borrador oficial o la propuesta que se presentaría al congreso, aun cuando desde el Ministerio era mucho lo que se decía y aseguraba o especulaba; segundo, hubo varios documentos disponibles en redes y ninguno tenía el sello de oficial a pesar que se está invitando a la comunidad a la calle para apoyar la reforma.
El viceministro de Salud y Protección Social hace pocos días presentó a la Comisión 7a del H. Senado de la República parte del contenido de la Reforma a la salud y opinadores le detectan que parte de su contenido es una copia de una propuesta ecuatoriana (Ojo, si es así, no estoy minimizando la propuesta ecuatoriana ni dando por mal hecho tener un referente, eso sí, dándole los créditos. Lo refiero es porque si de verdad es así, me parece poco creativo). Sobre el tema reforma mucho se ha dicho, y muchas opiniones son críticas de oposición política, no de oposición técnica; otras de varios gremios del sector en diferentes puntos planteados y posiciones gremiales y personalizadas; otras de ex ministros de gobiernos anteriores como también de ministros del actual gobierno; hay pronunciamiento del presidente del senado, y de muchos expertos en esta materia que han hecho sus sesudas observaciones, recomendaciones y sugerencias.
Visto todo esto desde la orilla de la asertividad y crítica constructiva, debe tener mucho valor agregado todo eso y ojala sean insumos propositivos para que termine de construir el Ministerio y sus grupos de expertos la Propuesta Final de la Reforma a la Salud que le presentarán al Congreso para su discusión técnica y decisión legislativa, pero, si muchas de estas opiniones son para posicionar ideologías o tendencias partidistas, o hacer únicamente oposición política al gobierno, no se le hace un buen aporte a esta situación de la salud a la que se le quieren transformar apartes para mejorar la Promoción de la salud, la Prevención de la enfermedad y la atención médica.
Teniendo como referencias el borrador de propuesta de reforma que circula, la opinión de expertos que se han hecho públicas, la exposición de la señora Ministra de salud en la Academia Nacional de Medicina y mi propio análisis, tengo mis conclusiones que traduzco en este artículo como mi opinión al respecto.
Parece que en lo que estamos de acuerdo todos es que 30 años después de implementada la Ley 100 de 1993, es menester cambiar y/o transformar para mejorar resultados e indicadores y algunos apartes del actual sistema y del modelo que tenemos, poniéndolos a tono con el momento que vive la prestación de servicios y la tecnología en salud, la gerencia en salud, el perfil epidemiológico y de morbi-mortalidad del mundo y del país, especialmente.
Siempre se ha dicho que somos un país de leyes, y dicho por la señora ministra y otros sabios de la salud en Colombia, aquí, en nuestro país, desafortunadamente no se ha implementado la Ley 1751 de 2015, hecha exclusivamente para regular el derecho fundamental a la salud. Si nos detenemos a revisar sus contenidos en los capítulos, artículos y parágrafos, nos damos cuenta que la propuesta a la salud que se conoce hasta ahora, está inmersa en la filosofía y esencia fundamental de esa ley.
Mi primera conclusión en el debate es que no tenerla en cuenta es un salto al vacío y correr el riesgo de improvisar en varios apartes y sobre todo en la operacionalización o puesta en marcha de esos contenidos o mandatos de dicha ley 1751 de 2015. Tenerla como referente tácito actualiza la premisa que sentencia que la forma de gobernar nuestra se hace a través de eslóganes, titulares o redes, o con cambios o adopción de nombres o vocablos sonoros y aparentemente técnicos para posicionar orgullos o soberbias disfrazando innovaciones, pero en la realidad, “esas supuestas innovaciones” es lo mismo que tenemos y lo que tenemos es susceptible de mejorar, y si llamamos las cosas como son nos evitaríamos este mar de confusiones. Sí implementáramos lo que tenemos definido nos evitaríamos la discusión para imponer retoricas y a la final de aquello que necesitamos, nada!
No deja un buen mensaje cuando muchos expertos en temas de salud, economía y finanzas y otras disciplinas afines que tienen que ver con este tema de la reforma, se refieren diciendo que de la manera como se está concibiendo y presentando los avances de lo construido de esta reforma, es una terquedad de la señora ministra puesto que desde el interior del gobierno se tiene la sensación que no hay respuestas a los interrogantes básicos para garantizar un mejor sistema y un mejor modelo.
Entonces, siendo partidario de cambios para mejorar en varias instancias del gobierno y del Estado, aplaudo el debate certero y franco como acompañamiento para plasmar esas mejoras requeridas y que nos hacen falta para ir cerrando esa brecha histórica de inequidad y deficiente desempeño en la atención en salud, transgrediendo sistemáticamente los elementos esenciales de este derecho fundamental.
No sería una buena decisión, y esto es también opinión de expertos, que vayamos a desarmar lo que funciona bien por ir a implementar mecanismos que en el pasado no nos dieron buenos resultados. Implementar esa reforma de la manera como lo está planteando la señora ministra, hasta ahora, está cerca, respetuosamente lo digo, al capricho.
Los grandes cambios en un sector como la salud deben tener como prioridad los pequeños detalles operacionales, logísticos y de procedimientos para asegurar sin esguince la oportuna atención integral y de calidad en las instancias administrativas y en los altos niveles de complejidad y generar así verdadera satisfacción en los usuarios.
A mi particularmente, hasta ahora, es más la incertidumbre que la satisfacción o seguridad por el funcionamiento de un sistema al cual se le hagan cambios o transformaciones y que el modelo no permita adaptarlo o adoptarlo para subsanar lo mal actuado, y poder ser así un buen modelo de equidad, eficiencia y calidad. Por lo tanto, ajustemos apropiadamente lo que tenemos.
Eso que en 30 años hemos detectado que es ineficiente nos debe permitir para que de manera inteligente, sin prevenciones, actuando con solidaridad humana y política y en el mismo sentido, con certeza y buena fe, asumamos eso que hoy, con los adelantos técnicos, tecnológicos y científicos nos permita seguir fortaleciendo la medicina de calidad que hemos hecho en Colombia, con la inaplazable necesidad de revisar para fortalecer el pensum de formación médica y que sea un capitulo dentro de la obligación del sistema la educación médica continuada para que en la medida que el nuevo modelo dé más autonomía y mejor operatividad, con mayor inspección, control y vigilancia al componente de atención primaria en salud, nuestros nuevos y los experimentados profesionales del sector salud, tengan más capacidad resolutiva positiva.