Colombia es el único país del mundo donde no es posible conciliar el desarrollo, el medio ambiente y los derechos de las comunidades.
Un ejemplo lamentable de esta situación es el reciente abandono del proyecto del Parque Eólico Windpeshi en La Guajira, anunciado por la empresa Enel.
Es innegable que el desarrollo económico y social es esencial para el progreso de un país. Sin embargo, este desarrollo debe ir de la mano con la protección del medio ambiente y el respeto a los derechos de las comunidades locales.
El proyecto del Parque Eólico Windpeshi puede ser una oportunidad clave para impulsar la generación de energía renovable en Colombia y reducir la dependencia de fuentes no sostenibles.
Sin embargo, la empresa Enel ha resuelto abandonarlo, al parecer, porque se cansó de las constantes exigencias de unos avivatos que arropados en la representación comunitaria no han descansado en sus exigencias para beneficio personal, y esto representa un golpe doloroso para el progreso del país.
La Guajira, hogar de las comunidades indígenas wayuú, merece una atención especial en el desarrollo sostenible y el proyecto Windpeshi no solo está diseñado para proporcionar energía limpia, sino que también va a generar empleo y oportunidades para la región para mejorar la calidad de vida de las comunidades locales, impulsar la economía local y al mismo tiempo, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Pero la existencia de intermediarios corruptos que exigen sobornos y coimas es una clara violación de los derechos de las comunidades, además de un obstáculo para el crecimiento económico y la protección del medio ambiente.
No podemos permitir que los actos de corrupción prevalezcan en detrimento de los intereses locales y nacionales; y para abordar esta situación es fundamental fortalecer los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas en el proceso de toma de decisiones.
Hay que implementar medidas estrictas de control y supervisión para prevenir la corrupción en los proyectos de desarrollo, especialmente los relacionados con el medio ambiente y las comunidades locales, promoviendo la participación activa de las comunidades en la toma de decisiones, asegurando que sus derechos sean respetados y que se les brinde una voz significativa en el proceso.
El caso del Parque Eólico Windpeshi debe ser un punto de inflexión; es un llamado de atención a la unión de todos los guajiros para luchar de manera decidida contra la corrupción que socava la confianza en el sistema y perjudica directamente a las comunidades locales, porque ven cómo sus oportunidades de desarrollo se van perdiendo debido a intereses personales y la avaricia.
Los recursos destinados al progreso terminan en manos equivocadas, mientras que las comunidades se ven privadas de los beneficios que podrían derivarse de estos proyectos de desarrollo.
El abandono del proyecto Windpeshi es un llamada de atención que debemos atender con determinación y energía para erradicar la corrupción, fortalecer la participación ciudadana y asegurar un futuro sostenible para todos los colombianos, de tal manera que el progreso se enlace con la protección ambiental y el respeto a los derechos de las comunidades.
Es un secreto a voces la influencia nociva de ciertas ONG en las comunidades wayuú llevando la idea de que la energía solar y eólica representan problemas futuros y no traen beneficios para las comunidades, pero lo hacen con el fin de liderar negociaciones para obtener beneficios personales sin medir los efectos de su irresponsabilidad. O quizás la han medido, pero prevalecen sus intereses sobre los intereses de la comunidad.
Es necesario reconocer que las ONG están diseñadas para desempeñar un papel fundamental en la defensa de los derechos de las comunidades y en la protección del medio ambiente sin ánimo de lucro. Sin embargo, no todas las ONG representan los mismos intereses ni tienen las mismas perspectivas porque algunas actúan bajo ese ropaje para aprovecharse de las circunstancias con interés lucrativo, y actúan de manera inescrupulosa para enriquecer a sus integrantes.
Colombia tiene un potencial enorme para convertirse en un líder en desarrollo sostenible, pero esto solo será posible si actuamos ahora y nos comprometemos a cambiar el rumbo.
Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí…