Por Hernán Baquero Bracho
Analizando por épocas lo que ha sido la economía de La Guajira, nos encontramos en un análisis retrospectivo y prospectivo que sus índices de crecimiento han tenido unas variables de suma cero que siempre han marcado un derrotero en su prosperidad y en su pobreza lo que indica que nuestra economía ha sido siempre muy volátil. Los mayores momentos de auge no los hemos sabido aprovechar al máximo, debido en parte a una falta de planificación o a una cimentación bien profunda de los programas que deberían haber abanderado las épocas de las vacas gordas para tener las reservas suficientes en las épocas de vacas flacas. Los planes de desarrollo han sido muy efímeros y ninguno de los últimos 25 años ha contado con un plan de acción en un tiempo determinado sobre todo con los antecedentes del boom de las regalías que ha recibido el departamento desde 1975 en gas y a partir de 1985 en carbón.
Así encontramos varios lustros de prosperidad donde la economía fue floreciente en la península. Desde los años 50 a los 80, el mayor florecimiento lo tuvo en el sector agropecuario, este se volvió volátil y efímero, ya que no se establecieron cadenas productivas y mucho menos tecnologías de puta para mantener esa variable que estuvo en el pico más alto, donde contribuyó en un 70% con el PIB departamental. El auge del comercio especialmente el fronterizo también logró su pico más alto en la economía guajira y fue así que desde la década de los finales del 50, 60, 70, 80 y parte de los 90, se convirtió Maicao en la espina dorsal de nuestra economía. De ahí que estas dos variables fueron predominantes para el crecimiento económico de La Guajira.
Luego con la reglamentación del comercio de Maicao, Uribia y Manaure, se creó el Fondeg que gracias a este, los recursos que entraban estuvieron por encima de lo planeado y con ello estos tres municipios no solo apalancaron programas específicos y de desarrollo sostenible en sus áreas de influencia, sino fuera de ellos.
Luego entró el bum de la explotación del carbón y del gas, que convirtió a La Guajira en próspero, no solo a nivel regional sino nacional, que en el periodo desde de 1998 a 2012 recibió más de $5 billones pero como lo indicaba al inicio de esta columna, por la mala planificación, la atomización de sus regalías por estos dos conceptos, la mala ejecución y la corrupción campante tiró por la borda toda una época de prosperidad y como el mismo gas se volvió volátil y de paso el Gobierno nacional nos asestó el mayor zarpazo a las regalías y nos convertimos otra vez en cenicienta pobre de la economía nacional. ¡Qué horror!