Guajiros, nos han demostrado claramente: ¡nadie lucha por lo que no ama, y nadie da la lucha por otros!
Eso en plata blanca quiere decir que, por parte de senadores electos con los votos de nosotros los guajiros ninguno ha defendido ni para que se le reconozcan, ni para no permitir que les quiten derecho y potestad a los intereses nuestros, es decir, “nadie se ha dado la pela” por La Guajira, y esto sencillamente es porque no conocen La Guajira y o no aman a La Guajira. Pero la vida da oportunidades y aquí, frente al proceso electoral del 2026 para renovar el Congreso colombiano tenemos 2 nuevas oportunidades, y una es, no contribuir a la elección de senadores de fuera de La Guajira, o elegir más senadores guajiros; y la otra, que los parlamentarios guajiros que nos representan actualmente, revisen sus actuaciones hasta ahora, analicen el papel que han desempeñado y si vuelven a aspirar, que sientan que tienen el derecho a hacerlo porque se lo merecen, y si logran salir reelectos, que sea mayor el compromiso de mejorar y fortalecer la defensa de los intereses guajiros. O, si salen elegidos nuevos congresistas, que estos implementen una manera distinta y mejor de contacto con el pueblo.
Entonces, centrado desde ya en las elecciones del 2026, opino que es necesario que los parlamentarios guajiros renueven su dinámica de relacionamiento con la gente y de su práctica legislativa. Se necesita que hagan reingeniería a sus procesos de escucha a la comunidad; que agreguen a su representatividad política y de trabajo congresional, innovación y creatividad, y también eficacia a su manera de gestionar para alcanzar soluciones a la larga lista de carencias emergentes y ancestrales que aún tiene nuestro Departamento.
No puede ni debe ser el trabajo parlamentario una acción desconectada de las regiones. Es decir, hay que ir más allá de la retórica de las campañas. Deben tener ellos como base fundamental de sus acciones reivindicativas, la defensa y lucha por los haberes guajiros y hacer un desprevenido acompañamiento a todas las entidades territoriales locales, y departamental; que sean, principalmente, las oficinas de planeación de esos entes, el repositorio y generadores de planes, programas y proyectos que certifiquen sinceramente la realidad guajira y que estos tengan pertinencia, factibilidad y sostenibilidad para que los congresistas nuestros los lleven como báculo e instrumento de gestión ante las instancias de poder del Estado y el Gobierno colombiano.
Tienen que dejar nuestros congresistas el miedo escénico y entonces, volver a los municipios, a todo el territorio guajiro, para que cara a cara con el pueblo, de manera planeada, eficiente, concreta e inteligente escuchen y canalicen la percepción ciudadana y nutran sus responsabilidades con realidades clamadas desde las entrañas del pueblo, y puedan así decantar y entonces apropiarse de las propuestas inequívocas que expresa la comunidad. Deben ellos fomentar la participación ciudadana.
A propósito de todo lo anterior, para construir las propuestas técnicas o los proyectos de Ley por parte del congresista, es ese ejercicio de escucha y asesoría, entre otras funciones, la principal razón de ser de las Unidades Técnicas Legislativas de apoyo parlamentario: recibir, procesar, validar y viabilizar el clamor de las comunidades de las regiones para que el parlamentario vaya a las instituciones, agencias y demás entidades del Estado a plantear sus proyectos respaldado de consistencia legal, sustentabilidad social y técnica y pueda así él usar bien su prestancia política y vigorice su credibilidad ante esas instancias de poder al cumplir su papel de gestionador con verdad social y certeza técnica y jurídica en lo que solicita, reclama, defiende y aspira para su Departamento.
Apunto que no es mi interés en este escrito criticar el papel de gestor político del parlamentario porque eso es parte de la naturaleza del congresista, pero deseo que no sean simplemente ‘un suma voto’; que no confundan oposición política con posición política; en la primera están los argumentos técnicos, legales, jurídicos y comunitarios para ‘cantarle’ al Gobierno las razones por la cuales discrepa con sus pretensiones si éstas nos lesionan o lesionan al país entero, y en la segunda, no debe ser solo una retórica para decir no o si a la ligera, o “para atravesarse en el camino como mula muerta” dizque defendiendo una ideología o un partido; o que no sea para ‘mojar prensa y redes’ y querer demostrar así a las regiones o a los desprevenidos ciudadanos que está reclamando, que está trabajando, que está gestionando por su gente y resulta que ese teatro es solo para granjearse o manipular el sentimiento popular, el voto del pueblo con insulsas manifestaciones, o tratar de hacerse el importante. Todo debe hacerse con inteligencia, o si no, las soluciones que se buscan y se esperan quedarán en nada de nada.
Conclusión: esos parlamentarios robóticos no nos sirven tampoco así, como no nos sirve el que no ama su tierra, ni el que no lucha de manera racional y argumentativamente por su tierra.
Pueblo guajiro, todos mis argumentos son para acogerme al principio de las oportunidades que tienen los territorios, las comunidades y los electores, y ojalá pueda inducir un pensamiento crítico para la toma de decisiones político-electorales que indefectiblemente nos puedan afectar de manera negativa o positiva, y todo eso es para quitarnos el karma de que: “nosotros los electores guajiros somos los responsables de los grandes males de La Guajira, por no elegir bien”.
Considero mi deber como ciudadano de este Departamento, ir argumentando razones para asistir a los próximos procesos electorales convencido y motivado por el imperativo del ‘voto inteligente’ por sobre el ‘voto amarrado’; también es mi deber dejar este mensaje en una fecha como el 2 de febrero en Riohacha, aprovechando la esencia política de la fecha que ya está por encima de la fe cristiana, así nos duela a los católicos, ‘Vieja Mello’, y a tu devota feligresía.