La Alianza Verde, principal fuerza de la Coalición de la Esperanza, se fragmentó, porque el sector que lidera Claudia López puso todo el esfuerzo en favorecer la candidatura única a la presidencia de Sergio Fajardo por encima de sus propios precandidatos. Esta coalición se apaga por sustracción de materia, su precandidato favorito se desgasta en la nebulosa de sus propuestas y posiciones.
Ante la convocatoria del paro nacional, el precandidato Fajardo y sus impulsores, como el analista político Ariel Ávila, señalaban la inconveniencia de salir a marchar por la pandemia y la posibilidad de incrementar los contagios y auguraban muy poca gente asistiendo a los eventos programados. No tenía sentido “promover aglomeraciones”. Una falta de liderazgo en los momentos por los que atraviesa el país.
Después de las marchas y todos los desmanes ocurridos, la coalición estuvo conversando con el presidente Duque y su mayor recomendación fue que se trasladara a Cali a ponerse al frente de la situación. Los vimos a la salida de Palacio disputándose el micrófono para dar declaraciones; al parecer Fajardo se montó en el tren de la victoria al declarar: “El presidente por fin entendió. Acierta al retirar la reforma tributaria, pero la inconformidad ciudadana está latente. Estamos dispuestos a aportar en la construcción de un plan social de emergencia que incluya a los distintos sectores sociales y políticos del país”. A esto tradicionalmente se le llama, oportunismo.
Recientemente Sergio Fajardo, Humberto de la Calle, Jorge Enrique Robledo, Juan Manuel Galán y Juan Fernando Cristo, decidieron apartarse del Partido Verde y de Ángela Robledo. No fue un divorcio, pero sí una separación por las disputas internas del Partido Verde para definir cómo y cuándo elegirán su candidato de los seis precandidatos que tienen. Fajardo y compañía han avanzado en acuerdos con otros partidos para no depender exclusivamente del aval del Verde. A ellos les incomoda la posición de Camilo Romero, quien representa el ala del partido que insiste en buscar acercamientos con Gustavo Petro, una alianza descartada por el directorio nacional del Verde para primera vuelta y que los demás de la Coalición de la Esperanza tampoco avalan.
La Coalición de la Esperanza que se considera de “centro” coincide con los sectores más radicales de la extrema derecha fascista en ubicar al senador Gustavo Petro en el extremo-izquierdismo, sin evidencia alguna de propuestas políticas comunistas o socialistas durante su vida pública. Lo que Petro propone es casi un calco de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles –ODS–, que se adoptaron por todos los Estados miembros de las Naciones Unidas, de la cual la República de Colombia es signataria, que no es más que un llamado universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad para 2030.
Lo indescifrable de Fajardo y su bloque, que cada vez se acerca más a la derecha en el poder que también se autonombra como “Centro”, es que no existe una propuesta política clara ni seria para la crisis de grandes proporciones del país. El accionar de sus figuras se parecen más a los derechistas de costumbre como Claudia López que su alcaldía con más cemento, más Transmilenio es Peñalosa 2.0 o el mismo Fajardo y su gobernabilidad con los paramilitares y los indiscutibles de Hidroituango y sus amigos del GEA, socios de casualidad de Uribe.
Por los demás, que entre el diablo y escoja: Goebbertus, Angélica Lozano, Mockus, De la Calle, Juan Manuel Galán, Juan Fernando Cristo, Jorge Enrique Robledo, todos ellos políticos curtidos que ya no emocionan por su tibieza o frialdad en un país que no aguanta medias tintas. No hay en ellos una narrativa que proponga una salida a la crisis a un régimen cada vez más oscuro y violento. Su cálculo político es que un país extremo derechizado requiere un paso de componenda con los mismos en el poder antes de plantear un cambio disruptivo en el modelo económico.