El Cerrejón, que como de todos es conocido, inició sus operaciones en la década de los 80 y en el año de 1985 logró el primer millón de toneladas exportadas.
Desde que entró en operación se convirtió para La Guajira -aunque muchos críticos de las multinacionales afirmen lo contrario- en el mayor eslabón de su economía, que dependía para la década de los 50, 60, 70 y parte de los 80 de su comercio -donde Maicao era su columna vertebral- y de la agricultura y ganadería, renglones estos que contribuían con el 75% del PIB departamental.
Eslabón porque gracias a la explotación minera la economía se reactivó de manera escalonada y surgieron las oportunidades para que despegaran incipientes empresas guajiras y compitieran mano a mano con las nacionales y la mano de obra calificada y no calificada emergió también como una necesidad sentida en el galopante desempleo que ha agobiado a la península y como contrapunteo a la economía informal que siempre ha estado en la cresta de la pirámide de la economía departamental.
Que la minería genera daños al ecosistema, es una verdad de a puño que no necesita discusión, aclarando que Cerrejón ha venido cumpliendo con las normas ambientales como minería responsable.
Pero sin convertirme en defensor de oficio de la multinacional que opera al Cerrejón como lo es Carbones del Cerrejón, ha contribuido al desarrollo regional y ha venido haciendo ingentes esfuerzos para cumplir con la protección del medio ambiente.
Pero de las cosas más importantes por destacar, es señalar cómo los operarios de esta empresa han aprovechado sus labores para catapultar a sus familias dejándoles la mejor herencia que con la ayuda y los programas y las luchas sindicales han logrado que sus hijos sean unos destacados profesionales en las diferentes disciplinas.
Estos operarios que prestan sus servicios en las diferentes superintendencias del área minera, son conocidos cariñosamente como “los cerrejoneros” que entre otras cosas son los que dinamizan la economía en los diferentes municipios de La Guajira.
Ellos han seguido un patrón como es su línea de ascenso en su entorno familiar. Y esa línea de ascenso está enmarcada dentro de sus objetivos y de sus sueños y es verlos convertidos en profesionales, como en efecto ha venido sucediendo de los operarios de los diferentes municipios del Departamento.
Para esta columna tomé como punto de referencia al municipio de Villanueva, donde se ha disparado su clase profesional y es gracias en casi un 100% a los operarios que prestan sus servicios profesionales en el Cerrejón, sin olvidar a los hijos de los docentes que también han emergido de manera brillante en su pueblo natal. Pero no solo es en Villanueva sino en todos los municipios guajiros donde se han disparado los profesionales en las diferentes disciplinas.
Haciendo una claridad que antes de que existiera el Cerrejón solo podrían lograr el título de profesional, los hijos de los ricos que se dedicaban a la agricultura y ganadería. Hoy el panorama es otro, la cantera de profesionales guajiros es inmensa, gracias a Cerrejón que ha venido impulsando a centenares de profesionales guajiros, hijos de los trabajadores, a través de las convenciones colectivas de trabajo, que ha sido un gran logro entre el sindicato y la empresa Cerrejón.
En ese orden tenemos a Alonso Quintero quien cuenta con dos hijas profesionales, una médica y una abogada. Isaías Cuadrado, una odontóloga y un ingeniero de minas. Jorge Estrada, un abogado, un odontólogo y una médica. Ospicio Alberto Baquero Bracho, dos hijos profesionales, un ingeniero industrial que se viene destacando en la política en las nuevas generaciones y una en desarrollo social.
Robinson Pérez dos profesionales, un médico ya especializándose en Argentina, Jorge Juan Olivella dos abogados. Lázaro Plata, un médico. Eduar Acosta dos profesionales, una médica. Luis Murgas una hija profesional. Efraín Torres Bernuy dos hijos profesionales. Augusto Amaya Daza, tres hijos profesionales, una odontóloga, un abogado y un ingeniero industrial. Erineo Araujo un médico. Belmides Contreras un abogado. Jesualdo Borrego dos hijos profesionales. José Cortés, una médico y un ingeniero industrial.
Rolando Olivella, un ingeniero civil y una abogada. Ramiro Orcasitas un abogado. Jhonny Poveda tres profesionales, un médico, una abogada y una ingeniera ambiental. Rober Ramírez dos ingenieras. ‘Chule’ Acosta un médico, que ha sido galardonado a nivel internacional. Faber Gil tres hijos profesionales.
Héctor Ibarra dos hijos profesionales. Silvio Núñez dos hijos profesionales. Mario Contreras un hijo profesional. ‘El cacha’ Mazenet dos hijos profesionales. Mario Cuadrado dos hijos profesionales. Jaime Vega Yaguna dos hijos profesionales. Juan Contreras dos hijos profesionales. Luis Saurith dos hijos profesionales. José Antonio Ustariz dos hijos profesionales una economista y un contador público.
Sólo toqué a Villanueva, pero esta cantera de profesionales es numerosa en toda La Guajira que ha venido impulsando Cerrejón a través de las diferentes convenciones colectivas para que los hijos de sus trabajadores se hayan educado y continúen haciéndolo en las mejores universidades del país. Y la lista sigue en todos los municipios guajiros.
En hora buena por el Cerrejón que ha disparado el número de profesionales de manera ascendente en toda La Guajira.