El espectro ideológico y político de los colombianos está centrado para que gane un candidato de izquierda o de derecha y son pocos los que se van por las propuestas que presente el candidato.
Esta acotación se deduce de lo que actualmente está viviendo el país desde que comenzó el debate electoral, en donde se rotuló de un solo tajo al candidato que era refrendado por cada una de las ideologías y no por las propuestas.
Sabemos que suena muy simplista de nuestra parte la forma muy rápida en la que se encasilla a los postulados fundamentales que caracterizan a cada una de las campañas, del Pacto Histórico con su programa “Colombia potencia mundial de la vida” o el de la ‘Liga de gobernantes anticorrupción’ con su propuesta “No mentir, no robar, no traicionar”.
Todo parece indicar que para muchos colombianos lo que proponga un candidato pasa a un segundo plano, porque simplemente interesa más la cacería de brujas que cualquier propuesta fundamentada y en medio de esa persecución al contrario en calidad de enemigo y no como contradictor, lo ubicamos imaginariamente en su cuadrilátero para que lance verdades, mentiras e improperios con el fin de que el elector pueda saciar la sed de venganza que le florece cuando nos encontramos en la contienda política.
Seguramente dentro de los seis candidatos que quedaron habilitados en el tarjetón y que se sometieron a la primera vuelta presidencial, habían aspirantes a la Presidencia con discursos coherentes, equilibrados y más ajustados a la realidad, pero para vulgo eso no era lo positivo, simplemente los que se ahogaron eran malos candidatos porque no tenían el morbo político que le pone cada quien a la hora que quiere ver a su candidato vociferando incoherencias con expresiones de poco uso del lenguaje que debe tener un futuro presidente de Colombia.
Entendemos entonces que a muchos les gusta el show político mediático que al final no conduce a la confrontación de ideas, sino a la disputa, como si se tratara de una gallera y en donde cada gallo demuestra sus cualidades como peleador. A eso es lo que le están apostando la mayoría de los colombianos, dejando para la contienda del 19 de junio a dos candidatos que esperamos una vez sean elegidos, dejen a un lado la forma coloquial de expresarse y al día siguiente poner en práctica el discurso de presidente electo.
Guardamos la esperanza que en este debate electoral que estamos próximos a cumplir, le demos al país un ejemplo de civilidad política que nos permita reducir al máximo los escándalos que escuchamos en campaña.