Todo está listo para que este domingo los colombianos elijan al nuevo presidente de Colombia para un nuevo periodo constitucional de cuatro años o escojan a la dupla de aspirantes que se someterán a la decisión del electorado en la llamada segunda vuelta.
A un porcentaje de ciudadanos, el sonido acompasado del reloj pareciera que les acelerara la frecuencia cardiaca, otros consideran que las contracciones de los ventrículos se sienten demasiadas rápidas, mientras que un sector de los futuros votantes están relajados viendo ‘los toros de la barrera’ y no se inmutan de la basura y los improperios que circulan por las redes sociales en contra de uno u otro candidato.
Todo está listo para que lleguen las 8:00 de la mañana del domingo 29 de mayo, se abran las urnas y a través del voto comiencen a elegir al nuevo presidente de Colombia, en medio de unas campañas que han tenido más sofismas de distracción que propuestas, más populismo que realidades y más mentiras que verdades, pero cada una de ellas son válidas en la libre competencia que genera la democracia colombiana y en la tolerancia que tienen los candidatos para afrontar las elecciones presidenciales.
En medio del nerviosismo que genera el solo hecho de presagiar los resultados de las elecciones, se puede decir que el domingo 29 de mayo la cantidad de improperios queda en el pasado, doblando la página de candidato y pasando a la de presidente electo, mientras que a otro le corresponde jugar el difícil papel de candidato perdedor.
En un balance de lo que han sido las campañas a pocas horas de abrirse las urnas, los candidatos presidenciales no han logrado exponer a plenitud cuáles serán sus propuestas en la eventualidad en que lleguen a la Casa Nariño, por estar pendientes de defenderse de los ataques del contrincante, pues el sofisma constante de algunas campañas ha sido la corrupción galopante del país.
A estas alturas del partido, todo está dicho, y la mayoría de los electores sabe a quién depositar su voto de confianza, pero en medio del jolgorio que generan las campañas políticas, no faltan las denuncias que haga quien crea se sienta afectado o en desventaja ante el otro aspirante.
A pocas horas del debate electoral, queda bien la frase de cajón: “La suerte está echada”, que gane limpiamente el candidato que los colombianos tienen decidido, eso sí, pedimos cordura y tranquilidad para quienes promueven la confrontación entre personas y a quienes no van a aceptar los resultados.