La clase trabajadora con la burguesía hoy enfrenta un gran reto: las redes sociales. Estructura tecnológica que a través del internet llega a todas las personas sin ningún distingo de clase social, raza y credo, pero con un contenido que puede estar impregnado de realidades o mentiras.
Las redes sociales hoy están desplazando el discurso arcaico y ortodoxo que en su momento profesaban los líderes de las masas y expertos en el buen manejo del discurso que persuadían a las personas fáciles de interferir su estado emocional.
Cualquiera que sea la doctrina que defiendan quienes profesen un discurso mediático enmarcado en las viejas mañanas de vender una causa política, puede chocar con la imposición que predomine por las redes sociales en donde en medio de la verdad o la mentira, puede imperar lo que por un dispositivo con internet circule sin necesidad de leerse un desgastado pensamiento o tener que escuchar un lánguido y descontinuado discurso en la que pone a pensar o lucubrar.
El mundo ha cambiado de tal forma que son pocos los incautos capaces de soportar un ortodoxo y desgastado discurso en la plaza pública, para eso existen los blogs que bajo la figura de seguidores pueden convencer a un indeterminado número de internautas.
En el 2022 se encuentra la transición entre los ortodoxos y los ‘millennials’ o generación digital conectados con un indeterminado número de seguidores sin importar los valores sociales y éticos, pero al final es la comunidad digital. Este tipo de comparación se hace justo cuando se está próximo a unas elecciones presidenciales y con ellos un mundo de confusiones con los episodios políticos que se han generado en los últimos días y que pone al país ante los analistas y desprevenidos ciudadanos en el verdadero maremágnum político, productos de la crisis entre el gobierno y la oposición.
Independientemente que se encuentren en la plaza pública o a través del internet, para nadie es un secreto que en la actualidad existe una lucha de poderes entre derechistas e izquierdistas, combinada con la guerra sucia que salpica a la política colombiana entre quienes disfrutan de los hilos del poder y quienes intentan regresar o tomarlo.
El voz a voz o las redes sociales no son ajenas a la guerra verbal que directa o indirectamente afecta a quienes mueven las redes sociales. La guerra a través de las redes sociales y la misma tecnología la cual es usada por gobierno – oposición, así como por incendiarios cibernéticos y lectores desprevenidos que se dejan adoctrinar por el pensamiento irresponsable de quien maneja un Twitter, un WhatsApp, un Facebook o cualquier otro sistema de mensajería digital. Eso es lo que se llama la lucha de clases con las redes sociales.