El asesinato del líder social, Javier Gámez, en un tranquilo corregimiento del sur de La Guajira, y el asalto al Banco de Bogotá, en Riohacha, es la muestra de la inseguridad que se vive en el departamento de La Guajira.
Dos hechos violentos en diferentes municipios dan muestra que los delincuentes siguen actuando libremente generando miedo en la ciudadanía.
En el caso de Riohacha se incrementó los atracos por antisociales que armados y en motos intimidan a los ciudadanos y les roban lo que lleven en mano.
Los atracos ocurren no solo en los espacios públicos, sino cuando se está llegando a las viviendas o saliendo de ellas, es decir, ni siquiera en los sitios de habitación se vive con tranquilidad.
Las labores para contrarrestar a los delincuentes no son tan efectivas por parte de los agentes de Policía, que resultan insuficientes ante las acciones de quienes se dedican a las actividades delictivas.
Pasan los años y las fotografías se repiten porque a pesar de las peticiones de las autoridades al Gobierno nacional no se ha logrado contar con más policías en el territorio.
Es también urgente que desde las administraciones se trabaje para generar empleo, toda vez que se dan casos de personas dedicadas a actividades delictivas para garantizar el sustento diario a sus familias.
También es urgente invertir en las actividades culturales y deportivas para que niños, niñas y adolescentes puedan invertir de manera útil su tiempo libre.
La inseguridad va asociada a la falta de trabajo, como también a que un grueso número de la población no tiene acceso a la educación, y sus condiciones son tan precarias que encuentran en el delito una forma de sobrevivir.
Es urgente, entonces, que el Gobierno departamental y los entes territoriales, garanticen la seguridad de los ciudadanos para que disfruten de la tranquilidad a la que tienen derecho.