Quienes hemos tenido el momento oportuno de escuchar detenidamente las intervenciones de algunos de los candidatos a la Cámara de Representantes en su persuasivo discurso que busca convencer al futuro elector para que el día 13 de marzo le dé el voto que lo convierta en congresista, notamos que la clave para el convencimiento de los incautos, es un fogoso discurso en donde convergen las mentiras, las falacias, el sofisma, ‘la carreta’ y las imprecisiones que le desprenden al vulgo un emotivo aplauso en calidad de reafirmar que lo que dice el candidato es lo cierto y comulga con lo que allí se habla.
No sabemos hasta donde llega el poder de convencimiento de algunos de los candidatos que mediante el discurso y la oratoria trabajan con la mentira para ganar adeptos y electores, utilizando la fogosidad del discurso disfrazada con incoherencias. He allí en donde los argumentos que expresa el candidato llevan un mensaje que raya en la falacia, mientras que otros aplican el sofisma con intervenciones engañosas, pero bueno, esto es lo que hace dinámica a la política, en donde las sandeces se convierten en el principal arma para embaucar a los incautos que aplauden cuando los están engañando.
Muchos de nuestros candidatos a la Cámara de Representantes están echando el discurso como si fueran aspirantes para la Alcaldía o la Gobernación, en donde además tienen como caballito de batalla la corrupción, el empleo, el mejoramiento de la calidad de los servicios, así como una serie de propuestas que se escuchan en las reuniones en que no le colocan el adorno que indiquen que van a mediar o gestionar ante los gobernantes de turno para mejorar dicha situación, sino que desde un plumazo lo van a hacer.
Otros candidatos proponen acabar la corrupción, situación o circunstancia que la tienen como temas de campaña, no mirándose en el espejo que cuando ocuparon posiciones militaron en el abuso de poder para beneficiarse personalmente, pero más allá de proponer acabar con la corrupción cuando seguramente han sido corruptos, podemos decir también que son expresiones aplicadas a quienes descalifican a los actores de la democracia.
Corrupto o corrupción son locuciones insertadas en las expresiones de las que muchos no le saben su significado, desconocen su aplicación, tiempo, modo y lugar, pero que al final le hacen daño a quienes no militan en sendas del abuso del poder para beneficio propio. Otros lo aplican con el fin de dañar de manera exprés la reputación de la persona que ha tenido una posición de elección popular, por decreto o por concurso de mérito, en fin, son expresiones que se incrustan en el discurso de los inconformes sin conocer su significado.