Entramos en el mes de la segunda etapa de las tres que conforman la consulta de los partidos, la primera y segunda vuelta para escoger al presidente de la República, el mismo que va a sustituir al actual mandatario de los colombianos y en la cual, cada día que pasa se nota la efervescencia, la efusividad, pero también las artimañas de los integrantes de las campañas para restarle votos al contradictor.
Cada campaña presidencial que vivimos le genera a alguna persona una especie de nerviosismo gradual que va creciendo en la medida en que se acerca el día y la hora de las elecciones, pero en medio de esa euforia y efervescencia que genera la política, también notamos un sector de los colombianos que cae gradualmente en un pesimismo transmitido por la mala forma de vender al candidato y con ello, juega un papel importante la posición de algunos periodistas, columnistas y líderes de opinión que se enfocan en los aspectos negativos frente a algunos candidatos, mientras que algunos líderes de campaña no se encargan de vender a su candidato, sino en hacerle mercadeo al aspirante contrario, generando curiosidad al votante indeciso.
Nosotros creemos en la fortaleza de la democracia y por creer en ella no podemos ser tan radicales al negarnos a escuchar las propuestas que presente el candidato contrario al que nos tiene adoctrinado. El no escuchar que tiene el otro, podemos caer en un sectarismo, actitud que conduce a la persona a practicar la intolerancia, la discriminación o el odio, ya que con el solo hecho de no escuchar lo que proponen los demás, podemos perder la objetividad, pero nosotros que sí creemos en la democracia, no podemos ser radicales con las propuestas políticas y debemos respetar las intenciones de voto y las decisiones que vaya a tomar el elector.
En el pienso y luego existo, sabemos que en algunas campañas existen expertos francotiradores de la política que desde lo lejos y con una gran puntería son certeros cambiándole la decisión que tenga la persona para votar por un candidato, y otros, son habilidosos para confundir a quienes no son claros en sus decisiones.
Ahora bien, hemos querido guardar prudencia en torno a las encuestas que nos indican las intenciones de votos de los colombianos y ellas seguramente son efectivas en la medida en que la firma encuestadora realice su trabajo con transparencia y sin inclinaciones hacia una candidatura.
Sabemos que a estas alturas en que se encuentran las campañas que conducirán a escoger la fórmula presidencial, los sondeos de opinión basados en las intenciones de votos de los colombianos y realizados por las firmas encuestadoras legalmente constituidas y con resultados serios, en la medida en que se acerca el 29 de mayo, toman más relevancia sus resultados, pero no compartimos con aquellos famosos estudios de opinión de garaje que mal intencionadamente confunden al futuro elector con unos resultados acomodados.