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En el primer estartazo de la temporada preelectoral comenzaron a salir quienes se autodenominan defensores de los intereses de los guajiros sin interés político, pero al final la tal llamada defensa que han asumido, la han resumido en unas aspiraciones al Congreso de la República, repitiendo lo que criticaban: “acabar con las viejas mañas de la política”.
Otras de las acciones deshonestas de estos nuevos políticos es sembrar el odio en contra de quienes los guajiros han elegido para restarle popularidad y supuestamente sumársela a sus aspiraciones. Definitivamente, estos lobos disfrazados de ovejas no dejan ser los falsos defensores de nuestros intereses, no dejan de ser unos politiqueros que supuestamente salen a defendernos con escudo de papel y coraza de cartón que con cualquier sereno se recoge, se arruga y no vuelve a su contextura normal.
Quienes tratan de camuflarse como Adalid para atacar la corrupción y quienes encienden la lámpara de Diógenes para convertirse en honestos, se les olvida que en el pasado hicieron parte de la caterva de corruptos y que a pesar de haber tenido posición y fuerza política para frenar el inicio de la corrupción en este departamento y la ciudad, prefirieron que los atormentara la complicidad del silencio.
Nosotros como medio de comunicación cuando se inició la defensa de los intereses de los guajiros sin interés político, le dimos todo el apoyo y les abrimos los espacios para que denunciaran lo que a su juicio había que denunciar, pero cuando le conocimos su forma mañosa de hacer campaña, cambiamos nuestra estrategia porque no podemos comulgar con corruptos que dicen atacar la corrupción.
Ahora nos encontramos en la política de los agravios en donde la ofensa al contrario se convierte en una situación denigrante para quienes caen en las garras de los mercaderes de la política y su accionar no deja de ser una vieja artimaña de la politiquería para triunfar con camándula ajena, y mientras tanto las propuestas surten los efectos del yoyó, suben bajo el desconocimiento de la cosa pública y bajan por inercia sin argumento.
Lo que queremos los guajiros son propuestas coherentes y no dejar de presente una especie de insatisfacción personal combinada con depresión, ya que este tipo de candidaturas no dejan de ser una mezcla peligrosa en donde se denota las alucinaciones con percepciones imaginarias y opiniones desequilibradas a través de las redes sociales y plataformas digitales.
Es el Estado quien tiene la responsabilidad de revaluar las candidaturas de personas que no están en sus cabales y de aquellos candidatos que se refugian en las redes sociales escribiendo incoherencias, pero también el llamado es para los electores en no dejarse engañar para elegir a quienes viven en el mundo de las alucinaciones.