De las grandes falencias que tiene el departamento de La Guajira es su poca, por no decir nula, investigación social.
Es decir, el Departamento no escudriña su pasado. Poco conoce su historia y no existe historiografía y hay que recordar que la historia la escriben siempre, los vencedores. No ha estudiado los fenómenos sociales que como la bonanza del contrabando y la crisis algodonera o la marimba modificaron para bien o para mal el comportamiento y hasta la estructura social con nuevos actores, advenedizos por lo general en la escena política y también social en La Guajira.
O el boom de las explotaciones carboníferas en el Cerrejón y en que han incidido en el cambio de costumbres de nuestro departamento y su impacto ambiental cómo está afectando a las poblaciones Guajiras. Las minas de carbón donde se exploten representan un alto riesgo en su medio ambiente. El centro de ciencia y tecnología que posee la Universidad de La Guajira debe abanderar la investigación social en la península.
Y todas las veces, la poca investigación que se realiza no trasciende de los pocos claustros o aulas educativas o centros de estudios que realizan la investigación. No se divulga, ni publica ni se socializan los estudios efectuados. Y así se anda construyendo el presente sin conocer el pasado y sin saber la incidencia de los fenómenos sociales, políticos, económicos y hasta culturales en la vida cotidiana, individual y colectiva de una sociedad Guajira que, como la novela del portugués premio nobel de literatura José Saramago, sufre con intensidad de ceguera.
Y ello quizás también ocurre por el miedo a lo que ocurrió en las décadas donde la bonanza marimbera y el contrabando abanderaron su economía subterránea en esos tiempos, dado que el miedo es, definitivamente, una camisa de fuerza.
En todo caso las sociedades van transformándose imperceptiblemente; otras veces, rápidamente y pocas veces bruscamente. Problemáticas en la Guajira hubo y hay muchas. Están, por solo citar algunos ejemplos, la presencia guerrillera, que a pesar del éxito de la seguridad democrática que tuvo en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, ya que hoy es solo un recuerdo, continúa de forma esporádica en la Serranía del Perijá y en la Sierra Nevada de Santa Marta, los reductos de presencia paramilitar, el miedo mezclado con el terror, la concentración nuevamente de la tierra, donde la mayoría de los campesinos sin tierra fueron reemplazados por nuevos dueños que no son campesinos y la latifundizacion de la misma, la desprotección de los derechos de propiedad, la muerte cotidiana a la vuelta de la esquina.
La pérdida de la seguridad pública en el sentido que ha dejado de ser un bien público clásico, o sea con accesibilidad para todos; los altos costos de transacción en las actividades de intercambio comercial confirman, todas ellas, una mezcla, un coctel, o mejor, es un molotov que obliga varios estudios investigativos de los que ha pasado, está pasando e irá a pasar en La Guajira.