En una oportunidad se le preguntó al exitoso e inmortal compositor Roumaldo Brito, qué opinión le merecían los compositores de hoy y él tajantemente expresó: “Son unos asesinos de la lírica”. Expresión que merece todo el apoyo de la música vallenata, del auténtico folclor, de las raíces que se han ido perdiendo a través de la tecnología y del mundo globalizado de hoy, en la llamada ‘Nueva Ola’ de música de acordeón en la mayoría de los casos que no es “vallenato”.
La expresión del siempre recordado juglar compositor está llena de verdades, porque esos son la mayoría de los compositores de hoy, que están acabando con ese ritmo que en el pasado reciente estaba lleno de lírica, métrica, melodías con un deje musical y de eso ya no queda nada. Son de verdad unos asesinos de la lírica. Unos usurpadores de un arte que enorgullecía a La Guajira, Cesar, Magdalena y toda la Sabana. ¿Compositores?
Razón tenía la ‘Cacica’ Consuelo Araújo Noguera y el maestro Rafael Escalo- na, cuando expresaban con su sabiduría meridiana que los compositores de hoy no lo son, sino “componedores” de música que no es vallenato y en el mismo orden también lo han afirmado verdaderos compositores de este ritmo inmortal como Leandro Díaz, Gustavo Gutiérrez Cabello, Rosendo Romero Ospino, entre otros. Los compositores de hoy, son como el rocío de la mañana –solo rocío– porque estas manifestaciones del género no perduran en el tiempo.
Son arreglos musicales tan vanos, que retumban como el címbalo y carecen de eco en el folclor vallenato. Son arreglos comerciales carentes de rima, lírica, entonación y no tienen el deje musical del auténtico vallenato. Composiciones comerciales que tienen el apoyo de las casas disqueras, que se han convertido en el entierro de los buenos compositores costumbristas quienes brillan por su ausencia en los grupos musicales del momento.
Esas composiciones inmarcesibles que le dieron tanta gloria a nuestra música ya son como un fósil del tiempo, ya no se sienten en lontananza, ya las notas sentidas casi ni se escuchan y menos se componen. Ya desaparecieron las añoranzas de mi tierra, ya no se escucha el eco de la naturaleza y menos el canto del sinsonte. Ahora son notas desabridas, de puro brincoleo que inducen al desorden y al consumo de sustancias psicoactivas.
El carácter vivencial, indefinido, misterioso el que le daba su contenido y valor de verdaderas poesías que con una hermosa melodía se convertían en cantos de leyenda y de furor, de eso ya casi no existe nada. Se acabó la época del romanticismo, de rumores de viejas voces, la época del río crecido, de río Badillo, las quimeras desaparecieron para nunca más volver, ahora el vallenato está en una “época de innovaciones”.
Está pasando por su peor momento musical. Innovación paralela a las tecnologías y ya lo están acabando, se siente un llanto lastimero de lo que fue la grandeza de este arte género. En la lejanía solo se siente la nostalgia de lo que representaron verdaderos compositores que no hacían música por encargo, sino porque les salía de vivencias vividas desde la más profundo del corazón, con sabiduría humana y con el jolgorio de su ser, de allá de lo más profundo y recóndito de su alma, llamada aposento musical.
Hoy lo que existe en esos compositores no es vallenato, sino música de altos decibeles arrítmicos y sin identidad en la métrica y en la melodía. Se las dejo ahí.