Viendo la situación alarmante del sector rural, en especial, en el sur de La Guajira y ahora que los alcaldes de cinco municipios de esta sección del país, como lo son Villanueva, El Molino, Urumita, La Jagua del Pilar y Distracción, tomaron la buena iniciativa de asociarse con el fin de lograr recursos del orden regional y nacional para propender por el desarrollo de sus jurisdicciones es importante plantearles ¿Por qué no volver a producir panela?
Si en estas áreas geográficas, en especial Villanueva que lideraba una gran despensa agrícola y productiva en las décadas de los 50, 60, 70 y 80; en la elaboración de la panela y que tenía un mercado asegurado como era Valledupar en esas calendas.
Panela que se producía en el área de la Serranía del Perijá, con climas apropiados para el cultivo de la caña y en el valle de Villanueva también se producía panela de la mejor calidad, en el sector conocido como ‘Los Guamachitos’ donde Rafael Saurith y sus hermanos, tenían trapiches de la mejor calidad para producir una panela óptima para el mercado regional. En el sector de la serranía, en especial de la Sierra Negra existían más de veinte trapiches para la producción de panela.
“El trapiche es un molino con el cual se obtiene el jugo de la caña, con el cual generalmente se fabrica panela/piloncillo o bien se obtiene azúcar. Antiguamente se utilizaba la tracción animal, aunque hoy en día se utilizan motores eléctricos o a gasolina. Los trapiches más reconocidos son utilizados en la zona centro/sur de México, y parte de Centroamérica, siendo la marca Campollo la más utilizada en estos lugares.
Los trapiches en los ingenios azucareros están conformados por una serie de molinos (la cantidad de molinos varía según la fábrica) compuestos por tres rodillos surcados que prensan la caña de azúcar previamente desmenuzada y extraen su jugo. Este jugo es concentrado y cocido hasta obtener la cristalización del azúcar. Como residuo, del trapiche sale un producto que se llama bagazo, el cual se puede usar como combustible en las mismas calderas o como materia prima para la elaboración de papel”. Si en esa época con la producción de la panela en la región del Villanueva grande se generaban empleos directos e indirectos a gran escala y había productividad con los cultivos de cañas, lo que hacía de Villanueva una región altamente apetecida por sus productos agrícolas.
La siembra de la hierba maldita como fue la amapola y la marihuana trajo consigo el despelote en esta región de la Serranía del Perijá, a los que el gobierno nacional en los 80 fumigó de manera irresponsable con glifosato para acabar con estos cultivos, pero de paso arrasó con todo: los cultivos de aguacates que eran apetecidos en el mercado nacional, la papa, la malanga, frutales y hasta el café sufrió las consecuencias con este fungicida que dejó una esterilidad en las tierras tan óptimas para la agricultura y la caña desapareció como por arte de magia y los trapiches fueron desmontados y abandonados a su suerte.
Pero podemos reactivar este sector del cultivo de la caña para volver a producir panela, que hoy en día sus precios son bien competitivos en el mercado nacional. Si volvemos a producir panela de la mejor calidad, generamos empleo y reactivamos este sector tan deprimido que por ejemplo en Villanueva se volcaron a la informalidad casi sin suerte alguna. Desde esta tribuna invito al señor alcalde municipal Carlos Alberto Barros Mattos para que lidere esta iniciativa y ponga de nuevo a producir y a parir a la Serranía del Perijá que cuenta con los climas apropiados y agua suficiente para volver a sembrar caña, para volver a instalar trapiches y para volver a producir panela. ¡Manos a la obra pues!