La Guajira cuenta con 104.963 hectáreas óptimas para la agricultura y desde el año 2000 el área sembrada correspondía a 33219 hectáreas, localizada en su mayoría en el 90%, en la zona sur del departamento, comenzó la caída de este sector tan importante para la economía guajira. Hoy da grima que no llegamos ni a las 10 mil hectáreas sembradas, lo que ha originado un decrecimiento alarmante, preocupante y que ha afectado de manera significativa por un lado la generación de empleos y por el otro lado el PIB departamental, lo que coloca a la península en una zona de emergencia a nivel nacional. Si no se produce comida suficiente, si no se generan empleos directos por el sector agrícola, quiere decir que no somos autosuficientes para nuestra sostenibilidad y por ende nos toca importar desde la misma Colombia, la cadena alimenticia que en el pasado producimos.
Aunque La Guajira es una de las regiones que presenta un alto potencial para el desarrollo del sector agrícola, gracias a sus condiciones climatológicas y a sus ventajas comparativas como la cercanía a los puertos permitiendo una visión exportadora a los países de la Cuenca del Caribe, se merece un escaso nivel de cultivos tecnificados con excepción de los que se generan en la llamada troncal del Caribe, en el municipio de Riohacha y en el municipio de Dibulla, que hoy se puede considerar una zona verde de alta tecnología para el desarrollo de la agroindustria en nuestro departamento.
Pero el bajo grado de investigación por parte de la misma Secretaría de Desarrollo Económico del Departamento (aunque dicha Secretaría está disminuida a la mínima expresión, por una reforma absurda realizada en el año 2012 gracias a una mala asesoría de esos sabios inversos que se presentan en cada cuatrienio, cuando lo ideal es volver a crear la Secretaría de Agricultura y bien robustecida en personal y presupuesto) y de las entidades a nivel central que operan en la península se genera esta insuficiencia de tecnificación en los diferentes cultivos que son fortalezas en el desarrollo agrícola.
El otro factor es el bajo rendimiento real de los cultivos y un alto porcentaje de pérdidas post cosecha del orden del 40%, que se genera al no disponer el mismo departamento unas alianzas estratégicas fuertes, seguras y confiables y al mismo tiempo un clúster de alta gama sobre todo en la zona sur de La Guajira.
Además de la visión cortoplacista de los pocos empresarios agrícolas y a la falta de una política clara departamental para el sector dan como resultado una economía agrícola deprimida enfocada a la producción de unas pocas variedades tales como, arroz, plátano, yuca, tomate, salvándose únicamente los cultivos de palma de aceite y de banano orgánico que se está desarrollando con tecnología de punta en esta zona verde comprendida entre los municipios de Riohacha y de Dibulla.
El gobierno nacional a través del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, inició e implementó con organizaciones internacionales no gubernamentales, un plan de acción para disminuir la desnutrición alarmante que ha afectado a La Guajira en los últimos años como fue el programa ‘Casa Malla’, de las cuales se establecieron 1.100 en todo el departamento a un costo promedio de 16 a 18 millones de pesos por ‘Casa Malla’ para una inversión estimada de $17 mil millones de pesos y fue un fracaso total.
¿Qué hacer? Ampliar a través de una política integral la capacidad de generación, transferencia y la adopción de tecnologías que promuevan la modernización del sector, fortalezcan sus ventajas competitivas, comparativas y contribuyan al logro de la sostenibilidad en la producción. El sentido de apoyo a la agricultura es fortalecer la capacidad y autonomía del sistema productivo que es casi nulo en el departamento, para responder a las necesidades alimentarias de la población.