El vallenato hoy se ha fusionado tanto con otros ritmos musicales, que si no se preserva su autenticidad puede estar en peligro de desaparecer. De acuerdo a los especialistas que han venido estudiando el vallenato, hoy se puede clasificar en música vallenata que es la que conserva la tradición de nuestro folclor y que la Unesco al declararlo patrimonio inmaterial de la humanidad lo que preserva contra todos los avatares, siendo el Festival Vallenato el mayor patrimonio de todos los festivales donde año tras año conserva lo tradicional y la música comercial que es la música de acordeón fusionada con otros ritmos, donde se ha perdido su esencia con el apoyo y patrocinio de las casas disqueras y de centenares de emisoras que lo publicitan como vallenato, pero que no lo es, si no que es música de acordeón acompasada por los pases trocheros que desdibujan su autenticidad y tradición.
El vallenato es el lenguaje de una raza. La fusión del blanco (el acordeón que entona “mole del cerro é Murillo que viste a los españoles, conquistar a Valledupar”), el negro (la caja retumbando con “oigan lo que dice ‘Alejo’, con su nota apesarada”), y el indio (la guacharaca repicando el son “señores yo soy el indio que tiene todo y no tiene nada, trabajo para mis hijos, quemo carbón y pesco en la playa).
Es escuchar el ritmo, saborearlo, dejarlo penetrar por los ojos, por los oídos, por la piel, que nos escudriñe y nos envuelva, que nos muestre nuestra vulnerabilidad, que saque a flote tantas realidades propias, tantos detalles valiosos escondidos allí, como en un vetusto baúl del olvido. Dejarse cortejar del acordeón, de ese ritmo que acompaña nuestros latidos, que conoce la flexibilidad del espíritu y algún día terminar preguntándose cómo es posible que ese “pedazo de acordeón” se asemeje a las cosas de su alma. Entonces se entiende por qué todo el mundo hace silencio respetuoso en Valledupar, en Villanueva, en San Juan del Cesar, en Patillal y la fiesta se sublima en parrandas cuando comienza a liberar esa energía que transmite el trovador, quien por extraña simbiosis se fusiona y convierte con todo el conjunto en un solo instrumento…, fluyen las notas como lava en erupción, inundando las almas con una paz bohemia, borrándose las horas de nuestras mentes, y cuando llegue el silencio suenan otra vez las campanas anunciando el amanecer. Esto es vallenato.