En un discurso magistral, le escuché decir al exsenador y exministro, doctor Amylkar Acosta Medina que, “la vida es un cruce de caminos entre la oportunidad y la preparación”, refiriéndose a que, uno en la vida debe prepararse, para que la oportunidad nos encuentre preparados.
Cito esta afirmación a propósito de que este año 2023, corresponde al último año de gobierno de los mandatarios territoriales, y el próximo año asumirán nuevos alcaldes y gobernadores por elección popular en La Guajira y el resto del país. Pero escucho decir, en los cuatro puntos cardinales de La Guajira, que ya está bueno de tanta improvisación. Por nuestra cultura milenaria y por nuestras particularidades territoriales y poblacionales, sumadas a los altos índices de necesidades básicas insatisfechas y a la alta tasa de pobreza multidimensional, La Guajira se merece unos mandatos territoriales con gente preparada para gobernar. Ser alcalde o gobernador sin pena ni gloria no representa ninguna rentabilidad social para nuestro departamento en el próximo cuatrienio.
La Guajira necesita emprender la reconstrucción del tejido social con hombres y mujeres de retos y desafíos por su pueblo y por su gente. Los gobiernos territoriales no pueden ser para ostentar poder político y económico de unos pocos, sino para mejorar la calidad de vida de la población del departamento. Da mucha vergüenza los pocos avances que presentan las entidades territoriales del departamento en materia de desarrollo social y económico frente a los presupuestos de ingresos y gastos y al volumen de regalías recibidas. Es cierto que las necesidades son más grandes que los recursos y que una población dispersa en todo el territorio peninsular es más difícil para focalizar de manera eficiente la inversión pública. Pero recordemos que los pueblos no son ricos porque tengan riquezas, sino sabiduría.
De ahí que a nuestras entidades territoriales debe llegarlas a gobernar gente que se haya preparado para hacerlo con sentido de responsabilidad social y pública. Donde el interés general este por encima del interés particular y que no se mire la administración pública como un negocio sino como una oportunidad de servirle al pueblo y ayudarlo a resolver sus problemas y necesidades y a garantizar sus derechos. Para eso, además del sentido común y de ser un buen escucha, se requiere algo de preparación en la cosa pública. Entender que, el punto de partida es un programa de gobierno, para quienes le apuestan al voto programático, y que allí está el diagnostico, el plan estratégico y el plan de inversiones de los próximos cuatro años de gobierno, y que luego, dejaran de ser promesas, para convertirse en el Plan de Desarrollo a ejecutar durante el cuatrienio. Pero, también es bueno que los próximos mandatarios conozcan que el plan de desarrollo será su carta de navegación y que allí estarán sus políticas públicas articuladas con los demás niveles del gobierno, tanto nacional, departamental, como local.