No se hable más, el domingo 19 de junio cualquier cantidad de ciudadanos que se acerquen a las urnas instaladas en todo el territorio nacional, pida un tarjetón, marque el candidato que crea conveniente que pueda regir los destino del país, y, quienes de la misma forma lo hagan en mayoría, elegirán al nuevo presidente de los colombianos.
Con esta elección, termina una tortuosa y desafiante campaña en la que a través de los medios digitales predominaron en contra de uno de los candidatos las mentiras, algunas verdades y una serie de conductas punibles tipificadas en el código penal, pero que seguramente quedarán subsanadas cuando se escoja al nuevo presidente.
Siendo así, concluye el domingo una campaña en la que ha predominado la mentira, también se han presentado una serie de verdades que pareciera que hubieran sido mentiras, generando en el votante una especie de confusión, mientras que puede existir un electorado que su voto está definido y aunque se diga lo que se quiera decir de él, está firme para votar porque coincide con su convicción e ideología, sin que exista injerencia sana o malsana de un tercero.
Para las próximas elecciones, el Consejo Nacional Electoral debe incluir en su calendario electoral la fecha límite para los agravios que predominaron en esta campaña, ataques en todos los sentidos que en la tipificación del delito fueron cometidos sin ninguna restricción, ya que la forma desaforada como fueron atacados los contradictores pasa de un hecho coloquial y raya sobre las aberraciones propias de las prácticas ilegales que tiene la política.
La autoridad electoral en Colombia debe dejar de presente una fecha límite para que las personas, el candidato y las campañas que injuriaron al opositor, también hagan los desagravios con el fin de nivelar las cargas negativas que predominaron en contra de la moral del otro.
Definitivamente lo que está próximo a terminar el domingo, fue una campaña angustiante y no nos queremos imaginar la carnicería virtual que se puede armar en las elecciones regionales que vienen en camino y en la que se elegirán a concejales, alcaldes, diputados y gobernadores, es decir, si en la campaña presidencial predominaron los insultos, las injurias, las calumnias y los improperios sin ningún control, creemos que vamos a tener situaciones muchos más desagradable porque en las próximas elecciones se tocan muchas fibras familiares y personales, pero bueno, ya las presidenciales están a punto de pasar y es hora de elegir al nuevo presidente de Colombia.