Es causada por un tipo de bacteria llamada Bordetella pertussis y se caracteriza por ser muy contagiosa.
La tos ferina se transmite a través de gotas producidas al toser o al estornudar y por contacto con las secreciones respiratorias (mocos) de una persona infectada. Con frecuencia, los hermanos mayores que pueden ser portadores de la bacteria en la nariz y en la garganta pueden traer la enfermedad a casa e infectar a los bebés o hermanos más pequeños.
La tos ferina afecta a casi todos los susceptibles expuestos (del 80% al 100%). Es más contagiosa durante la fase temprana (catarral) y llega a sus niveles más bajos de infectividad hacia la tercera semana,si no se recibe tratamiento antibiótico o en cinco días si se reciben antibióticos. Los síntomas aparecen entre 4 y 21 días después del contacto con un enfermo.
La tos ferina puede ocurrir a cualquier edad (incluso, durante la primera semana de vida), pero se reconoce más fácilmente en menores de 5 años de edad. Esta afección ataca generalmente a niños y jóvenes, aunque también puede afectar a bebés. El 70 % de los niños menores de 12 meses necesitan ser hospitalizado cuando contraen la enfermedad y casi todos los menores de 3 meses. En niños mayores y en adultos, la enfermedad es más leve y se confunde con otras causas de tos, como un resfriado común. A diferencia de lo que pasa en los más pequeños, la mayoría de los adultos con tos ferina van a poder hacer vida normal a pesar de lo duradera que puede ser la infección y una tos persistente que puede durar 12 semanas (en China se la conoce como la “tos de los 100 días”).
Por tratarse de una enfermedad que se considera propia de la infancia, es común que los médicos de adultos y los propios adultos no piensen en ella. Además, en adolescentes y adultos tiende a ser una enfermedad mucho más leve
Antes que se introdujera una vacuna a fines de la década de 1940, la tos ferina fue la principal causa de enfermedad infantil y muerte en los Estados Unidos. La vacuna fue tan efectiva que el número de casos pasó de más de un millón diagnosticados entre 1940 y 1945, a menos de 3.000 por año a mediados de los años ochenta.
Movimientos antivacunas: El resurgimiento de casos de tos ferina, sarampión y otras enfermedades inmunoprevenibles, tienen un factor común especial en países de Europa, Estados unidos e incluso en países en vías de desarrollo y es la presencia de movimientos antivacunas o anti- vax, que basados en premisas falsas han convencido a padres de familia para que se opongan a la vacunación.
Este movimiento, con una presencia notable en determinados canales de Internet y en redes sociales, se opone a la vacunación obligatoria esgrimiendo diversidad de argumentos, dentro de los que se destacan: la religión, diversas teorías pseudo-científicas y varias creencias sobre los supuestos riesgos de la vacunación. Esta es una de las razones por las que la OMS ha situado al movimiento anti-vacunas entre las 10 mayores amenazas para la salud mundial en 2019.
Sintomatología:La presentación Clínica, se divide en 3 periodos:
- Catarral: síntomas inespecíficos de infección respiratoria de vías altas y en una o dos semanas tos paroxística.
- Paroxístico: generalmente afebril, en la que hay tos creciente, en accesos, sofocante, sin pausas para tomar aire entre los episodios de tos «quintosa» o repetitiva, acabando las crisis con un sonido especial inspiratorio (gallo, del francés coqueluche) y a menudo vómito.
El número de episodios diarios es muy variable y se desencadenan espontáneamente o por la alimentación, manipulación etc. Estos paroxismos pueden ser graves si presentan larga duración, cianosis, taquicardia, bradicardia o desaturación de oxígeno, y pueden agotar al lactante que no es capaz de recuperarse entre paroxismos. Puede durar hasta 6 semanas.
- Convalecencia: remisión progresiva de los síntomas durante semanas o incluso meses, pero puede reaparecer la “tos de recuerdo” por otra infección respiratoria.
Existen formas atípicas en menores de 6 meses, con pausas de apnea, sin gallo y asociadas a muerte súbita; también en niños mayores o adultos, que presentan tos durante semanas, con o sin accesos y que altera el sueño.
Tratamiento: El manejo dependerá de los síntomas, la edad y la salud general de su hijo. También dependerá de qué tan grave es la condición. En algunos casos, su hijo puede ir al hospital para recibir tratamiento, por su estado de gravedad, especialmente en menores de un año.
En cuanto se sospeche tos ferina, incluso antes de confirmarla, debe iniciarse laadministración de antibióticos (azitromicina o claritromicina), por su beneficio en controlar la enfermedad y para limitar la propagación de la infección. Se recomiendael aislamiento respiratorio durante al menos 5 días tras la iniciación del tratamientoantibiótico.Además se deben administrar antibióticos vía oral tanto a todos los contactosdomésticos y contactos próximos, como a compañeros y cuidadores de la guardería,independientemente de la edad, historia vacunal o presencia de síntomas.
Prevención: La primera medida es evitar en lo posible el contacto de recién nacidos y lactantes con personas acatarradas. La vacunación de la tosferina empieza a los 2 meses. La protección de la vacuna no es suficiente con solo la primera dosis; por esto se recomiendan otras medidas para evitar la enfermedad en los más pequeños. La más efectiva es la vacunación de las embarazadas (una dosis entre las 27 y 36 semanas), que ofrece protección hasta que él bebe reciba su primera dosis de vacuna a los 2 meses) en cada uno de los embarazos. Aunque hay también otras como la vacunación de los adolescentes y la estrategia del nido, que consiste en vacunar contra la tosferina a los que rodean al recién nacido. Comenzando por los padres, los abuelos y otros que vivan en su domicilio.
De acuerdo con las normas de vacunación en Colombia para la tos ferina se usa la DPT. Esta vacuna se aplica a niños de dos, cuatro y seis meses (idealmente, al tiempo con otras vacunas), con refuerzos al año de la tercera dosis y al cumplir los 5 años. El esquema recomendado de la vacuna tiene una eficacia para la tos ferina del 70%-85%.
Ni la vacunación ni la infección natural de tos ferina garantizan que la persona estará inmunizad de por vida contra la tos ferina. Dado que la inmunidad disminuye después de cinco a diez años después de la última dosis contra la tos ferina, los niños mayores, los adolescentes y los adultos están en riesgo de contraer la tos ferina y necesitan ser vacunados.