El 17 de noviembre pasado se cumplieron ciento siete años del fallecimiento de Auguste Rodin. Hace varias décadas comenzó mi admiración por este personaje francés considerado como el padre de la escultura moderna. Llamó siempre mi atención ‘El pensador’, famosa mundialmente. Pero Rodin es autor de otras esculturas igualmente valoradas por los críticos de arte.
Al mismo nivel de ‘El pensador’ está ‘El aprendiz’. Ambas obras son clásicas; tienen sus raíces en el pensamiento masónico de Rodin, quien nació en París el 12 de noviembre de 1840 y murió en Meudon, Isla de Francia, París, el 17 de noviembre de 1917. Su nombre completo es François-Auguste-René Rodin.
Antes de Rodin, la escultura se definía como ‘una imitación selectiva y palpable de la naturaleza’. Cuando el escultor murió, el concepto de escultura se había redefinido; era “algo que imita la vida a través de la amplificación y exageración del todo”.
En tres ocasiones Rodin intentó ingresar a la Escuela de Bellas Artes de París. Tras esa frustración, tuvo que desempeñarse como simple decorador. Entre 1864 y 1872 trabajó como ornamentador a las órdenes de varios escultores famosos. Poseía una capacidad única para modelar formas complejas, turbulentas. Sus obras fueron duramente criticadas durante toda su vida; sin embargo, no cambió su estilo, aunque nunca se rebeló contra el pasado. Con el tiempo se ganó la aceptación de la comunidad artística.
En 1875 (tenía 35 años) se trasladó a Italia, donde se deslumbró con las esculturas de Donatello y de Miguel Ángel. Dos años más tarde fue aceptado en el Salón, donde presentó la obra ‘El vencedor’ (‘Le vainqueur’), que más tarde fue llamada ‘La era de bronce’. El nombre del escultor comenzó a ser ampliamente conocido. Pero la consagración le llegaría en 1880: el Gobierno francés le encargó una puerta para el Museo de Artes Decorativas. Se trata de ‘La puerta del Infierno’, que representa escenas de ‘La Divina Comedia’, de Dante Alighieri. De esta ambiciosa obra de Rodin surgen muchas de sus más célebres esculturas, entre ellas ‘El Pensador’ y ‘El Aprendiz’.
Rodin se inició en la Masonería en 1865. Se sintió motivado para plasmar sus conocimientos masónicos en un conjunto escultórico mayor que llamó ‘Los tres tiempos’, inspirado en las tres edades del Masón: Aprendiz, Compañero y Maestro. Con su escultura ‘La piedra bruta’ consiguió desmitificar el amor al presentarlo como parte del comportamiento del ser humano. El escultor sugiere que la felicidad y el progreso residen exclusivamente en la voluntad del ser humano. En esta escultura surge una cabeza humana en actitud serena, que se eleva lentamente desde la tosca piedra para lograr que el resto de su identidad sea revelada.
Rodin produjo numerosos retratos en los que se plasman los estados emocionales de los sujetos; entre ellos, cuadros de cuerpo entero de los escritores franceses Balzac y Víctor Hugo. Para concluir este artículo volvamos a las dos obras más representativas de Rodin. Sobre ‘El Pensador’: Formaba parte de ‘La Puerta del Infierno’, que es un conjunto de 185 figuras. Se dice que ‘El pensador’ es el poeta Dante contemplando el infierno.
Algunos críticos consideran que la escultura representa al hombre primitivo que se eleva sobre la vida animal y crea el primer pensamiento. En ‘El Aprendiz’, por su parte, Rodin aplica el consejo que dice: “Regresa a ti mismo y mira. Haz como el escultor de una estatua que debe llegar a ser hermosa: quita, raspa, pule. Debes retirar lo superfluo, endereza lo tortuoso, limpiar todo lo oscuro hasta que veas la sabiduría en pie sobre su sagrado pedestal”. Otras esculturas de Rodin son: ‘El beso’, ‘La sombra’. ‘Los burgueses de Calais’. ‘Las tres sombras’, ‘Monumento a Balzac’. ‘Hombre que camina’, ‘Mujer agachada’ y ‘Mártir’.
Son frases de Rodin: “Útil es todo lo que nos da felicidad”. “El arte es el placer de un espíritu que penetra en la naturaleza y descubre que también tiene alma”. “En la naturaleza están todos los estilos futuros”. “Es cierto que los artistas son casi los únicos hombres que realizan su trabajo por placer”.
Por culpa de su miopía el escultor francés no fue admitido para luchar en la guerra Franco- Prusiana. La casa donde vivió es, desde 1919, el Museo Rodin de París.