“La pobreza energética se da cuando una persona u hogar no tiene la posibilidad de llevar un conjunto razonable de realizaciones humanas básicas que usan como medio alguna fuente de energía”.
Así lo explicó Juan Manuel Rojas, presidente de Promigas, quien reveló que se encontró que existe una gran brecha entre lo rural y lo urbano.
“La pobreza energética en la zona rural remota es 11 veces mayor a la de grandes centros urbanos”, reiteró.
Así las cosas, en departamentos como La Guajira, Vaupés, Vichada y Guainía, este indicador es mayor a 70%. Por el contrario, en Bogotá, Quindío y San Andrés, la pobreza energética no supera el nivel de 2%.
Y de aquellos que viven en pobreza energética, el mayor problema que enfrentan tiene que ver con el componente de acceso y calidad.
Esto porque, de ese 18,5% en pobreza energética, 8% no cuenta con energía eléctrica, 61,8% vive en municipios con mala calidad de este servicio y 47,4% cocina con leña, carbón y desechos.
El informe de Índice Multidimensional de Pobreza Energética (Impe) de Promigas, también hace la relación entre estar en situación de pobreza energética y, a la vez, en pobreza multidimensional.
Así, de 9,6 millones de pobres energéticos, el documento señala que 3,4 millones son pobres según el índice de pobreza multidimensional y 6,2 no lo son.
Otro hallazgo tiene que ver con que la pobreza energética, que es más alta para los hogares que se autorreconocen como parte de un grupo étnico (65,8%) y para los hogares con niños, niñas y adolescentes (19,9%).