“Después de una larga batalla contra el cáncer, nuestro padre, Alberto Fujimori acaba de partir al encuentro del Señor. Pedimos a quienes lo apreciaron nos acompañen con una oración por el eterno descanso de su alma. ¡Gracias por tanto papá! Keiko, Hiro, Sachie y Kenji Fujimori”.
La noticia del fallecimiento del expresidente de Perú, Alberto Fujimori, la confirmó la tarde de este 11 de septiembre en su cuenta de X, su hija Keiko Fujimori, dirigente del partido Fuerza Popular.
Fujimori murió en casa de Keiko en San Borja, horas después de que su médico de cabecera, Alejandro Aguinaga, informara que el expresidente estaba “luchando” por su salud.
Fujimori, considerado uno de los primeros autócratas de América Latina, gobernó el Perú entre los años 1990 y 2000. El pasado 4 de septiembre hizo su última aparición pública, luego de salir de la Clínica Delgado en Miraflores, a la que acudió junto a su hijo Kenji Fujimori para realizarse exámenes de rutina.
El pasado mes de julio llegó a los 86 años, fue excarcelado en diciembre de 2023, luego de que el Tribunal aprobara la restitución del indulto humanitario que le había concedido Pedro Pablo Kuczynski en 2017, cuando era presidente de la República, y que, en octubre de 2018, fue anulado por la Corte Suprema. Fujimori cumplía una sentencia de 25 años por los delitos de homicidio calificado, lesiones graves y secuestro agravado.
En febrero de 2024, dijo que la presidenta Dina Boluarte terminaría su mandato en 2026 porque el fujimorismo “así lo ha acordado”. En junio de este año, el expresidente apareció en un video firmando y estampando su huella digital en una ficha de afiliación al partido Fuerza Popular. Casi un mes después, su hija Keiko Fujimori anunció que su padre iba a ser el candidato para las elecciones presidenciales de 2026.
«Mi padre y yo hemos conversado y decidido juntos que él será el candidato presidencial», escribió la lideresa de Fuerza Popular en su cuenta de X (antes Twitter).
Fujimori heredó un país en crisis económica. Poco después de asumir el cargo, implementó políticas económicas austeras conocidas como ‘Fujishock’, que frenaron la hiperinflación. También reclamó la victoria sobre el movimiento rebelde Sendero Luminoso, uno de los grupos guerrilleros más antiguos de América Latina, después de que su Gobierno capturó al líder del grupo, Abimael Guzmán, responsable de decenas de miles de muertes.
Años más tarde, su manejo de una toma de rehenes que duró meses por parte de otro grupo rebelde en la residencia del embajador japonés, le valió elogios internacionales.
Para algunos peruanos, las victorias internas de Fujimori lo transformaron de un marginado político, en el hombre fuerte que el país necesitaba. Pero el expresidente tenía una veta autoritaria y usaba las fuerzas de seguridad para reprimir a los opositores. Pronto surgieron acusaciones de abuso de poder y corrupción que ensombrecieron sus logros nacionales.
A principios de los años 90, la entonces esposa de Fujimori, Susana Higuchi, lo denunció públicamente como corrupto y afirmó que su familia había vendido ilegalmente ropa donada a Japón. Después de que la pareja se divorciara, Fujimori instaló a la hija mayor de la pareja, Keiko, como primera dama de Perú antes de su segundo mandato.
En 2000, Fujimori se presentó a un tercer mandato sin precedentes a pesar de las dudas sobre la constitucionalidad de postularse nuevamente. Ganó, lo que llevó a su principal candidato de la oposición a alegar fraude electoral.
Pero su Gobierno se derrumbó espectacularmente más tarde ese año, luego de que se filtraran videos de Vladimiro Montesinos, su poderoso jefe de inteligencia durante más de una década, que lo mostraban sobornando a un congresista de la oposición. El escándalo se disparó rápidamente cuando surgieron numerosos videos incriminatorios.
Fujimori negó haber actuado mal, pero su posición entre el público comenzó a cambiar. Muchos peruanos no quedaron convencidos e insistieron en que él debe haber estado al tanto del abuso de poder y la malversación de fondos de su principal asesor.
Ese noviembre, durante un viaje a Japón, Fujimori intentó renunciar a la presidencia peruana enviando un fax a su casa anunciando su dimisión. La medida sumió el panorama político del país en el caos. Días después, el Congreso de Perú lo despidió y lo calificó de “moralmente incapacitado” para gobernar.
Permaneció en Japón durante varios años, desafiando que algún día regresaría a los escalones superiores de la política peruana. A mediados de la década de 2000, viajó a Chile mientras se preparaba para protagonizar un regreso político, pero fue arrestado de inmediato y finalmente extraditado a Perú para enfrentar cargos de abuso de derechos humanos, entre otras supuestas violaciones.
Con información de CNN