“Ay dice Rodolfo Solano vaya que peste tan brava, no hay médico que la cure ni remedio pa atajala, lo dice Francisco El Hombre, la cuenta la llevo yo, de Cotoprix a Machobayo murieron setenta y dos”.
Hemos transcrito preliminarmente un aparte de la canción titulada ‘La Gripe’ de la autoría de Francisco El Hombre, canto muy mencionado y conocido por la mayoría de nuestros abuelos en los pueblos del sur de Riohacha, a propósito de la pandemia que hoy afronta la humanidad, que a propósito no ha sido la única obra musical que se le ha hecho a aquella visita atroz, ya en nuestra columna publicada en la segunda semana de marzo del año inmediatamente anterior habíamos transcrito el aparte correspondiente de otro canto.
“En Villanueva, Urumita y en el Valle desde La Paz, El Molino y San Diego, en el Tupe se consigue buen enfermo y la peste ha llegado hasta Manaure”
Es la canción titulada ‘La peste’ de la autoría del maestro Escalona interpretada por el ‘Jilguero de la Sierra Nevada’ Guillermo Buitrago grabada en 1948 con su guitarra y su voz nasal y el acompañamiento de Ángel Fontanilla, ‘El mocho Rubio’ y Efraín Torres
Por generosa invitación de ‘Las pilanderas con la Comay Pipi’, comparsa emblemática del carnaval de Riohacha, tuve la fortuna de intervenir como panelista conjuntamente con un grupo de distinguidos profesionales de la región, en el conversatorio realizado el viernes 22 de enero reciente pasado para compartir nuestras reflexiones sobre el Carnaval y la pandemia, fue un encuentro coloquial, con nutrida participación virtual por parte de los medios y la ciudadanía y muy bien llevado por sus conductores, la organización y los expositores en honor la verdad.
Como era de esperarse, resultaba imposible para mi dejar de recordar que probado esta que las pandemias son como el hambre, van y vuelven, así se trate del mismo perro con distinto collar, igual pusimos de presente que no es la primera, y posiblemente no será la última, pero, que se tenga conocimiento, es la actual la segunda en la historia que coincide con el desorden mejor organizado del mundo, las fiestas de Carnaval.
Resulta que ya había sucedido cuando los carnavales de 1918, 1919 y 1920, naufragaron ante la arremetida brutal de la pandemia de ‘La Fiebre Española’, aquella patología maldita con nombre español pero que no nació en España sino en Kansas en los Estados Unidos, aunque algunos afirman también que vino de China y que tiene origen Aviar, aquella como hoy hizo su presencia atroz para ahogar los gritos de alegría con las lágrimas derramadas por nuestra gente que prematuramente ha sido llamada por Dios a su presencia.
La mencionada pandemia de la cual de afirma que inició en febrero de 1918 y terminó en el mes de abril de 1920, fue más letal que el Covid-19, produjo la muerte de 50 millones de personas en todo el mundo, y así súbitamente como apareció desapareció, circunstancia que nos lleva a la íntima convicción que ese virus maldito, convertido en tigre que duerme debajo de nuestra cama, ya que apareció, también se vaya pronto y sin vísperas para que no siga privando a este mundo de gente útil a sus semejantes, para que no continúe enlutando a nuestras familias sin merecerlo, y volvernos a abrazar con nuestros familiares y nuestros verdaderos amigos.
Rogamos a Dios que además de regalarnos el bálsamo del consuelo ante las sentidas ausencias, igual, al terminar esa pandemia –que tiene que llegar a su fin– no suceda como dijo Francisco Moscote en el mismo canto mencionado inicialmente, en aquel verso que dice así:
“Y cuando olvidamos la gripe entonces vino la hermana que fue la Viruela brava la que mató a Don Felipe”.
Insistimos en nuestro optimismo razonado, no triunfará nunca la muerte sobre nuestro derecho a seguir viviendo para agradar al altísimo, ni se marchitará para siempre la inspiración de los compositores y los poetas para seguir contribuyendo con su prosa y con sus versos a sobrellevar el dolor y la tristeza colectiva.