El señor obispo Luis Adriano Piedrahita de la Diócesis de Santa Marta leyó y compartió una sentida homilía en las exequias del padre Manuel Celedón Suárez fallecido el 22 de enero 2019 en la capital del Magdalena.
Al cumplirse los nueve días de su tránsito a la eternidad transcribimos apartes del testimonio dado por monseñor Piedrahita en la Catedral de Santa Marta:
“Animados por la esperanza cristiana nos reunimos en nuestra Iglesia Catedral a despedir en la fe en el señor resucitado a nuestro querido hermano sacerdote, el padre Manuel Celedón Suárez, a quién encomendamos a la misericordia de Dios, y con quién celebramos su paso hacia la casa del Padre.
Se dice que el sacerdote no muere, porque fue ordenado para la eternidad. “Eres sacerdote para siempre” se le dice el día de su ordenación. Por eso, podemos decir que esta eucaristía, no solamente la ofrecemos por el padre Manuel, sino que la celebramos junto con él, quien sigue ejerciendo su sacerdocio por toda la eternidad en la liturgia de los ángeles y de los santos en el cielo, y a la cual nos unimos cada vez que celebramos esta liturgia provisional propia de la vida terrena en virtud del misterio de la comunión de los santos.
Pero, además, el sacerdote que muere sigue viviendo en esa semilla de eternidad que el sembró en su vida de ministerio. Al final de sus días, el podrá presentar al padre en las manos de Cristo, a quien el representó en su vida de padre y pastor en el seno de la comunidad cristiana, los frutos de toda una vida consagrada al Señor y a la Iglesia.
A los creyentes nos consuela saber que hay personas que siendo sacerdotes lo fueron no solo por su ordenación ministerial, sino por la ofrenda continua de la vida al padre, por la identificación con Cristo encontrado en los hermanos, por la predicación de la palabra, primero vivida y luego comunicada, por su vida de fe y su piedad.
Les invito a que, a la luz del misterio de la persona de Cristo resucitado, que ilumina con una luz particular la existencia de quien permanece siempre fiel a su consagración al servicio del Reino, hagamos memoria ante el Señor de la vida sacerdotal de nuestro hermano, el padre Manuel Celedón Suárez, llevada durante abundantes cuarenta y seis años, en un servicio generoso a la Iglesia y a sus hermanos, colocando al servicio de nuestra Iglesia diocesana de Santa Marta, a la que sirvió por cerca de cinco década, su empeño de pastor, su sabiduría, su sentido social, su don de gente, su vida de oración, su dedicación a la confesión y a Eucaristía, su amor y devoción a la Virgen, su emprendimiento, y al final de sus días, compartiendo el sufrimiento salvador de Cristo en su prolongada enfermedad.
Guardo el recuerdo del amigo como una persona culta, respetuosa, jovial, detallista, cercana, atenta siempre al acontecer de nuestra diócesis, desprendida, recibiendo con alegría y pobreza, al final de una ardua jornada de trabajo, las carencias y limitaciones en las que se desarrollaba su vida de tantos años en la viña del Señor.
Acompañemos gozosos a nuestro hermano y amigo Manuel en su retorno a la casa paterna y pidámosle al Señor, por intercesión de la Virgen María, la Madre Sacerdotal, que se haga en él la Palabra del Evangelio: “¡Felices los servidores a quienes el Señor, al llegar, encuentre despiertos! Os aseguro que entonces será él quien se prepare, y los haga sentar a la mesa y se pongan a serviles.
Feliz el servidor Manuel a quien su Señor le encontró esperando, despierto.”
Gratitud por siempre, agradecemos las manifestaciones de solidaridad y pesar manifestadas por el fallecimiento del presbítero Padre Manuel Celedón Suárez. Por las condolencias recibidas gratitud eterna.