Recientemente el obispo de la Diócesis de Riohacha, Monseñor Francisco Ceballos Escobar, llamó a la unidad y al diálogo para lograr un acuerdo por el desarrollo del departamento de La Guajira.
La iniciativa que tiene su génesis en el Comité Cívico por la Dignidad de La Guajira, y el Frente Amplio de Usuarios por los Servicios Públicos, fue atendida por el señor obispo, quien en sus primeras reflexiones precisó que es necesario y urgente superar las divisiones sociopolíticas que los fractura hoy, así como construir un futuro próspero para el Departamento rico en recursos, pero golpeado por la desigualdad, la corrupción y el abandono.
El obispo pone en evidencia situaciones graves que afectan a los guajiros como la quiebra del agro, la industria, el turismo y el comercio, con la consecuente pérdida de la soberanía alimentaria. Además, la creciente desigualdad social y el clientelismo.
El llamado del obispo, fue atendido en un primer encuentro en donde asistieron representantes de la sociedad civil, líderes políticos, estudiantes, quienes decidieron hacer causa común por sacar adelante la iniciativa.
Si bien es urgente el llamado a la unidad y al diálogo, debe compartirse con los estudiantes y los nuevos profesionales que se están abriendo camino porque ellos hoy son los llamados a ese relevo generacional que ya se está viviendo en el Departamento.
Ellos representan el motor para seguir empujando el desarrollo social y económico de La Guajira, en medio de todas esas dificultades por las que atraviesa el Departamento.
El diálogo social como bien lo afirma el obispo de la Diócesis de Riohacha, busca priorizar el bien común, respetando la pluralidad y la multiculturalidad de la región, la pregunta en términos concretos es cómo llegar a ese estado en donde prime el respeto por la diferencia, el buen trato y la consideración.
Para ello hay mucho camino por recorrer, por eso resulta importante no solo apoyar la iniciativa sino mostrar con hechos los frutos de ese acuerdo social para recuperar la confianza de la comunidad en las instituciones sean públicas o privadas, como entre las mismas familias.
Es entonces importante recordar la preocupación del Papa Francisco, por la construcción de una cultura del encuentro que supere la indiferencia ante los que sufren y que haga posible el reconocimiento de la dignidad de cada persona humana.