Aquellas personas que desconocieron el Plan de Salvaguardia de la música tradicional vallenata y la declaratoria de la Unesco, hoy ya deben sopesar todo lo que nos ocurre; la lista que voy a citar nos pone los pelos de punta:
Las muertes de Rafael Orozco, Diomedes Díaz, Patricia Teherán, Jesús Manuel Estrada, Armando Moscote, Martin Elías, Jorge Oñate, ‘Colacho’ Mendoza, ‘Alejo’ Durán, Rafael Escalona, Leandro Díaz, Julio De la Ossa, Al- berto Pacheco, el genio Luis Enrique Martínez, ‘Juancho’ Polo Valencia, ‘Pacho’ Rada, Emiliano Zuleta Baquero, Carlos Huertas, Abel Antonio Villa, Armando Zabaleta, ‘Poncho’ Cotes Queruz, ‘Wicho’ Sánchez, ‘Juancho’ Rois, Héctor Zuleta, Mario Zuleta, Rangel “El Maño” Torres, ’Toño’ Salas, Rafael Salas, Enrique Díaz, Julio Fontalvo, Adriano Salas, ‘Punda’ Cotes, Octavio Daza, Camilo Torres, Máximo Móvil, Hernando Marín, José Hernández Maestre, Ubaldo Rincones, Fredy Molina, ‘Poncho’ Cotes Ovalle, incluimos a: Consuelo Araujo, Alfonso López Michelsen, Gabriel García Márquez.
Ningún país que pierda tanta gente de valor cultural se queda tan tranquilo como nosotros. La muerte de Jorge Oñate es igual que se le apague un motor al avión en vuelo. ¿En qué valle viven esos que dicen que el vallenato está más vivo que antes?
Jorge Oñate fue como un regalo de Dios, con ese gargantón, los dones son de Dios. Fueron millones de corazones que unió con su canto; eso se llama amor, dio amor con su voz, igual ‘Poncho’ Zuleta. Todas las músicas son del mundo, ninguna baja del cielo, todas son compuestas por hombres, hay canciones compuestas para nuestro Señor Jesucristo, correcto; eso está bien, felicitamos a sus autores, yo hice una, se llama ‘El León de Judá’. También hay muchas canciones hechas con amor que no ofenden a Dios ni a la humanidad, se pueden oír.
En toda Suramérica no hay una voz como la de Jorge Oñate. Una noche yo lo escuché cantar con ‘Poncho’ Zuleta, estaban jovencitos fue en el patio de la casa de Dina Luz en Villanueva, a dos casas de la mía, y se les oía como si ambos tuviesen un micrófono en la mano, aquello era una ‘bestialidad’ en el buen sentido de la palabra, nadie los va a igualar.
Jorge Oñate abrió el camino para una nueva profesión honrosa y decorosa para el vallenato, el cantante profesional.
Jorge Oñate no era crooner, era barítono, empírico natural, sin técnica de conservatorio, pero parecía haber salido de una academia europea.