El teatro Aurora, un lugar en ruina que junto a la Catedral Nuestra Señora de los Remedios y la Alcaldía Distrital conforman el trío de edificios más representativos de la Plaza Padilla de Riohacha. Este lugar abrió sus puertas el 2 de febrero de 1940 y su última función fue hace más de 23 años. Desde entonces, se convirtió en un espacio vacío y desolado.
El teatro fue uno de los sitios de privilegio de varias generaciones que se ponían cita para disfrutar de la diversidad de películas que se proyectaban, como las del humor mexicano del lejano Oeste, las de orden romántico como ‘Lo que el viento se llevó’, junto con ‘El derecho de nacer’ y para la época de Semana Santa, ‘El mártir del calvario’.
Por este escenario, durante 40 años, también se presentaron conciertos como el de Daniel Santos, así como encuentros políticos con ilustres estadistas de la talla de Alfonso López Pumarejo y Jorge Eliécer Gaitán, y desfilaron grupos de títeres y pantomimas.
Después de aproximadamente 83 años de su inauguración, este lugar se ha convertido en la clara representación del abandono cultural por parte de los gobernantes del Distrito.
De ese increíble sitio de encuentros culturales y políticos, solo queda una fachada que durante años estuvo pintada de blanco para “disimular” el deterioro de su cimiento y durante las protestas del 2021, varios jóvenes de la ciudad decidieron darle vida plasmando un mensaje de emancipación y descontento social.
En el año 2004, el Concejo Municipal declaró al Teatro Aurora un bien de interés público y en el 2017, el Consejo Departamental de Patrimonio Cultural, le otorgó el título de bien de interés cultural de carácter departamental, mismo que hoy se ha convertido en un espacio lleno de sillas oxidadas y un cimiento que, aunque esté deteriorado, se niega a caer.
En 2017, cuando el antropólogo Weildler Guerra Curvelo fue gobernador encargado de La Guajira, pensó en la reestructuración del teatro, tanto que encargó al arquitecto Alcibíades Zambrano López, a trabajar en el proyecto de restauración y dotación, con el fin de lograr una financiación con recursos de regalías a través de los famosos Ocad.
No obstante, el Ministerio de Cultura pidió a la administración departamental que se apoyara en el arquitecto Germán Ayarza, quien dedicó su tiempo a estructurar el proyecto. Pero después de la salida del mandatario, la iniciativa quedó únicamente plasmada en un papel.
A pesar del abandono que ha tenido este teatro, permanece tan firme como un roble y se niega rotundamente a desaparecer. Aunque existe un proyecto que busca la reestructuración del lugar, este no se ha podido desarrollar porque aún no es considerado un patrimonio nacional y hasta que no obtenga este reconocimiento, el Estado no puede destinar dinero para su reestructuración.
Hace unos meses, el Ministerio de Cultura llegó hasta el Distrito para visitar este emblemático lugar y la ministra de entonces, señaló que el Aurora aún no tiene el tiempo necesario para convertirse en patrimonio nacional.
Hasta el momento, lo único que se puede hacer para recuperar el teatro, es recaudar fondos con la elaboración de talleres.
“No entiendo como proponen elaborar talleres para recolectar fondos si no existe un lugar adecuado para brindarlos y tampoco hay dinero para invertir en los talleres”, expresó un habitante del sector, que pidió reservar su identidad.
Hoy, muchos riohacheros mantienen viva la esperanza de que el Aurora resurja de las cenizas como el Ave Fénix y vuelva a convertirse en un lugar apto para que muchos jóvenes, llenos de talento y amor por el arte, puedan usar ese escenario para mostrar sus capacidades.
“Ver este lugar reestructurado es un sueño propio y creo que de todos los riohacheros, si este teatro vuelve abrir sus puertas podría ser el responsable de arrebatar a muchos jóvenes de la delincuencia y de todos esos malos caminos que no aportan nada bueno a sus vidas”, sostuvo una fuente.