Tal vez muchos habitantes de La Guajira aún no tienen claro del potencial turístico que tiene el Departamento y seguramente los indígenas wayuú ubicados en las zonas en donde se ejecuta el turismo, no han sido preparados y concientizados de lo importante que es para la economía de su entorno, los dividendos y el circulante que genera la actividad formal e informal producto de la industria sin chimenea. Ahora bien y sin justificar, a los delincuentes les importa un pito o un pepino, quien se beneficia o no del desarrollo de cualquier economía. Al delincuente lo que le interesa de manera rápida es la industria del delito y conseguir así sea a sangre y juego su cometido. Los delincuentes del desierto y los asaltantes del turismo en su dinámica delictiva están impactando negativamente en la economía del entorno en donde se desarrolla el turismo.
El asesinato de una persona bajo un acto delincuencial como el ocurrido en la jurisdicción de Uribia con el locutor bogotano Gabriel Mauricio Gracia, así como el atraco, asalto o cualquier otra criminalidad en contra de los turistas por parte de los asaltantes del turismo en las carreteras o los caminos destapados de los municipios de Manaure y Uribia, no deja de ser un campanazo de alerta para el turismo en general y para quienes viven de este negocio.
Señor comerciante, operador o explotador del turismo formal o informal; señores miembros de la Policía, el Ejercito y las autoridades en general, recuerde que la frase de cajón dice que turista contento atrae más turista, y en su antónimo sería, turista insatisfecho retira a otro turista.
No hay justificación para cualquier acto criminal que se cometa en contra de una persona, y es muy aberrante justificar el crimen del turista, argumentando que el hecho se hizo bajo la premisa que había transitado por zona vedadas para las personas de bien y para las autoridades. Es inverosímil escuchar que los turistas son asaltados o asesinados porque se metieron en la zona roja o de candela. De ser así, nos deja mucho que pensar de las autoridades instituidas en La Guajira, en donde se demostraría que la delincuencia le está ganando la batalla a la Policía, el Ejercito y a las autoridades, simplemente porque los delincuentes del desierto y los asaltantes del turismo imponen su ley y quienes ejecutan las leyes del Estado se escurren. Si es así, recojamos y vámonos.
Los actos delincuenciales en las zonas en donde se desarrolla el turismo de La Guajira, están afectando a la industria sin chimenea, y cada hecho le está tapando el tubo de desfogue o las fumarolas imaginarias. Cuidado y en vez de salir humo blanco, sale humo negro y contaminado.