Rodolfo Hernández acude a las urnas el domingo confiado en que será el presidente de Colombia gracias a «no ponerse disfraz» para dirigirse a los ciudadanos, con un discurso por el que se le acusa de populismo pero que lo encumbró en las últimas semanas y al que responde orgulloso: «Si es populista no robar, sí soy populista y me tiene sin cuidado».
«Todo tiene que ver con el robo de la plata pública», insiste el ingeniero Hernández desde su apartamento en el barrio de Bogotá donde más se cotiza el metro cuadrado, en una afirmación en línea con el discurso contra la corrupción en el que ha basado su campaña.
Hernández, que pasó de ostentar menos del 10 % de intención de voto en las encuestas a subir hasta casi alcanzar al segundo en la contienda, el derechista Federico Gutiérrez, arrancó sus andaduras políticas en Bucaramanga, capital del departamento de Santander, donde llegó a ser alcalde.
Desde entonces estuvo en el ojo público por sus salidas de tono y las polémicas que protagonizó, de las que parece salir siempre airoso.
El también empresario supo aprovechar su personalidad explosiva y su falta de reservas para elaborar un discurso que cada vez convence a más colombianos.